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 sábado, 29 de noviembre de 2003

Editorial
Sida, epidemia que avanza

El informe oficial brindado por Onusida, el programa que nuclea a las Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud, resultó preocupante pero no sorpresivo. Es que las alarmantes cifras en torno al avance mundial del síndrome de inmunodeficiencia adquirida -el temido sida- habían sido pronosticadas por los expertos en el tema. Cinco millones de nuevos casos y tres millones de muertes ha sido el saldo del progreso del mal hasta ahora en el curso de este año, con el Africa subsahariana como principal escenario de un drama cuyos roles centrales siguen estando reservados a la falta de prevención y la pobreza.

El panorama del Continente Negro en torno a la enfermedad reviste desde hace tiempo los tonos de una verdadera tragedia: el veinte por ciento de la población adulta padece el mal, pese a que en los últimos años el esfuerzo de organizaciones internacionales creadas para combatirlo se ha acentuado. Pero no alcanza: "Es evidente que lo que hacemos continúa siendo manifiestamente insuficiente para detener a una epidemia que no cesa de crecer", admitió Peter Piot, director ejecutivo de Onusida.

Europa oriental (con la Rusia capitalista como foco) y Asia central (China e India están cada vez más amenazadas) son las dos otras regiones del planeta donde se prevé un fuerte incremento de la cifra de enfermos, mientras que en América latina los principales factores de contagio continúan siendo el consumo de drogas endovenosas y las relaciones entre varones homosexuales.

Con un sombrío panorama mundial, las noticias son distintas y positivas en la esfera local. Es que debido a lo que los especialistas consideran un éxito de los tratamientos denominados de "alta eficacia", la cantidad de muertes por sida disminuyó en Rosario un sesenta y ocho por ciento, dejándolas en un tercio de las registradas en el año más oscuro, 1996. Sin embargo, atribuir el éxito conseguido exclusivamente a las drogas empleadas dista de dar cuenta de toda la verdad: debe hacerse justificado hincapié, simultáneamente, en el mejoramiento de la cultura preventiva. Un hecho del cual la ciudad puede enorgullecerse, sobre todo si se la compara con el dramático contexto que a nivel global la rodea.

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