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 miércoles, 19 de noviembre de 2003

En un clima de tensión, Bush inició una visita de Estado a Gran Bretaña
Extremas medidas de seguridad en prevención de multitudinarias protestas contra la guerra y atentados

Londres. - George W. Bush llegó ayer a Gran Bretaña en una visita histórica de tres días en la que el presidente de EEUU y su principal aliado, Tony Blair, reafirmarán su posición frente a las protestas por la guerra en Irak y las amenazas terroristas. Ambos líderes quizás habían esperado que este viaje sirviera para celebrar la victoria de sus países en Irak, pero el aumento de los ataques contra las fuerzas de ocupación han empañado cualquier ambiente de celebración, mientras que Bush enfrentará protestas masivas en Londres.

Bush, el primer mandatario estadounidense que realiza una visita de Estado a a Gran Bretaña, fue recibido por el heredero del trono británico, el príncipe Carlos, a su llegada al aeropuerto de Heathrow. En 200 años de historia, 43 presidentes estadounidenses pisaron suelo británico en el marco de visitas oficiales, pero Bush, que permanecerá del 18 al 21 de noviembre, tendrá todos los honores vinculados a una estadía en el Palacio de Buckingham por invitación de la reina Isabel II.

Varios helicópteros Hawk vigilaron el trayecto de Bush por el centro de la ciudad, junto a 20 automóviles con agentes de seguridad norteamericanos, mientras grupos de manifestantes protestaban en distintos barrios de Londres. Una valla de cemento rodea la casa real, como parte de las draconianas medidas de seguridad que comprometerán a más de 14.000 policías durante los tres días de la visita. La seguridad del mandatario estadounidense costará al contribuyente británico 8,5 millones de dólares.


Cien mil manifestantes
Los organizadores esperan que unos 100.000 manifestantes contra la guerra culminen sus protestas derribando mañana una estatua gigante de Bush en la plaza Trafalgar, en un acto que recordará la destrucción de una escultura del ex presidente iraquí, Saddam Hussein, por parte de soldados estadounidenses en abril en Bagdad. Sin embargo, Blair es un anfitrión renuente a las críticas y ha defendido firmemente su decisión de desafiar a otras naciones europeas y apoyar la guerra liderada por EEUU en Irak. "El primer ministro cree que este es precisamente el momento adecuado para que el presidente Bush visite este país", dijo un portavoz de Blair.

Bush también se ha mostrado desafiante. Un portavoz de Bush, que lo acompañó en el avión presidencial, dijo que el presidente le dirá al pueblo británico que hay momentos en la vida en que el uso de la fuerza militar es necesario. "La historia ha demostrado que hay momentos en los que los países deben utilizar la fuerza para defender sus valores y eso es lo que dirá, que tenemos que reconocer que hay momentos en los que el uso de la fuerza es necesario. Esto nunca es la primera opción", dijo el portavoz.

El alcalde de Londres, Ken Livingstone, calificó a Bush como "el hombre más peligroso del planeta" y dijo que, incluso si se lo piden, se negará a estrechar la mano del presidente estadounidense.

El mandatario norteamericano permanecerá buena parte de su estadía en el Palacio de Buckingham como invitado de la reina y en la sede oficial del primer ministro, en el 10 de Downing Street. Sólo el viernes Bush se permitirá la aventura de ir con Blair hasta el feudo electoral de éste en Sedgefield, al noroeste de Inglaterra. Debido a temores de posibles actos de terrorismo, se ha descartado el tradicional recorrido en carroza tirada por caballos.

El operativo de seguridad que rodeará la estadía de Bush en Londres es el mayor de la historia para una visita de un jefe de Estado al Reino Unido. Además de un operativo de Scotland Yard que involucrará a 14.000 policías, unos 250 miembros armados de los servicios secretos y 150 consejeros del Departamento de la Seguridad Nacional estadounidenses serán también movilizados para proteger a Bush, según la prensa y "dos helicópteros de ataque norteamericanos patrullarán en el cielo de Londres", precisó el Times.

Mañana, el presidente estadounidense y el primer ministro británico conversarán sobre los temas más delicados que les conciernen, entre los cuales figurará la forma de acelerar el paso del poder a los iraquíes, anunciado por Bush la semana pasada y aprobado por Londres. El conflicto palestino-israelí, en torno al cual los dos paises mantienen sus divergencias entre bambalinas, será también seguramente abordado. En el plano bilateral, Bush y Blair hablarán sobre las tasas suplementarias impuestas por Estados Unidos a las importaciones de acero. Respecto a este tema, Blair se mostró muy crítico hacia Washington, dejando presentir que Bush podría hacer un gesto positivo durante su visita.

Todo lo anterior en un contexto creado por decenas de miles de manifestantes que prometieron hacer sentir a Bush en cada día de su visita de Estado su descontento frente a la guerra y a la posguerra en Irak. "Pienso que la gente está indignada contra Bush por varias razones: esencialmente la guerra, pero no sólo ésto", explicó Andrew Burgin, uno de los responsables de "Paren la guerra" (Stop the War), coalición de movimientos pacifistas que llamaron a una manifestación nacional para mañana.


Amenaza a la paz
Una encuesta publicada el domingo reveló que una definida mayoría de británicos (60%) ve al presidente estadounidense como una amenaza para la paz en el mundo y que el 53% se declaró favorable a que se realicen manifestaciones durante su estadía en el Reino Unido.

Los comentaristas británicos señalan que la visita será poco cómoda para Blair, criticado en su país por el tema de Irak, especialmente dentro de su propio Partido Laborista de tendencia izquierdista. Pero el premier se ha mantenido firme. En un discurso clave sobre temas de política exterior la semana pasada, dijo que los críticos de la guerra deberían aceptar que los iraquíes están mejor sin Saddam en el poder y denunció lo que llamó "una monstruosidad de propaganda sobre EEUU". (AFP y Reuters)

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Bush es recibido por el príncipe Carlos.

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