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 domingo, 18 de noviembre de 2007  
“La clave es la escucha, el diálogo y mucha paciencia”

Laura Molina cumplió 21 años de preceptora en la escuela Brigadier López. Desde el trato cotidiano con los adolescentes, la mujer reflexiona sobre la necesidad de acompañar desde la escuela a los chicos para evitar de esa manera los desmanes producidos en las últimas semanas.

   “La presencia del adulto pone al joven en la imposibilidad de la falta”. Ese es el lema de Molina para moverse con soltura entre los adolescentes, un ámbito difícil, en crisis e insatisfecho.

   Para la experimentada preceptora, la clave a la hora de tratar a los estudiantes está en “poner mucha escucha, mucho diálogo y mucha, mucha paciencia”.

   “Hay que escucharlos y contestarles. No se les puede hacer creer que todo vale”, manifestó la mujer que pasa seis horas diarias rodeada de los adolescentes. Y antes que convocar a los padres prefiere trabajar por un cambio de actitud en los chicos.

   En materia de límites sostiene que “cuando hay que sancionar, se sanciona”, y compara la situación con pasar un semáforo en rojo. Se comete una infracción y se multa. “Te podés justificar, pero te tenés que hacer cargo de la infracción, de la boludez que te mandaste, como dicen los chicos”, expresa con absoluta seguridad.

   Según Molina, los chicos conviven con una “gran contra” y es que los papás están lejos de ellos y cuando pasa algo “los van a defender a la escuela, porque así se lavan las culpas”, opinó. “Si una madre recurre a la Justicia cuando su hijo ya tenía amonestaciones, ¿cómo se entiende?”, cuestionó.

   Para Molina los hechos pasados con adolescentes ameritan una reflexión por parte de toda la sociedad. “No hay conciencia en los chicos sobre los daños que causan, pero tampoco en el adulto que sigue vendiendo alcohol a menores”, destacó.

  En este marco, “los jóvenes llaman la atención, reclaman afecto y límites”, dijo convencida. Reconoció que muchos de los adolescentes que vuelven a ayudar al colegio “son los que recibieron sanciones cuando eran alumnos”.

   “El cambio se puede lograr si realmente los amamos”, concluyó la mujer.


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