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lunes,
05 de
noviembre de
2007 |
Buscan rescatar 60 clubes de barrio con graves problemas económicos
Silvia Carafa / La Capital
Un programa municipal salió al rescate de 60 clubes de barrio que resisten o languidecen en los diferentes distritos de la ciudad. Se trata de “Rosario se mueve”, un plan que busca recuperar la “trama solidaria desde la realidad de cada lugar”. Proyectos, acciones y subsidios se potencian para apuntalar actividades federadas o comunitarias desde la Oficina de Clubes, dependiente de la Dirección de Deportes. Pero todo tiene su contrapunto: a pesar de la ayuda diseñada, no son pocas las entidades que sólo disponen del ingenio propio para sobrevivir.
“Rosario se mueve” alcanza al deporte federado y comunitario de la ciudad con distintos subprogramas que van desde el “reflote institucional” al asesoramiento para remontar las crisis. También se suma la generación de actividades en lugares donde se extinguieron. Uno de los proyectos es el Centro de Iniciación Deportiva, que hizo pié en 60 espacios barriales entre clubes, vecinales y playones deportivos, con distintos tipos de intervenciones.
Agobiados por problemas de locación o institucionales y atrapados en deudas por servicios, decenas de estos espacios sociales luchan por no desaparecer. Algunos sólo son una canchita, otros devinieron en sedes aquietadas aunque también están los que fortalecieron sus estructuras y multiplicaron socios. En total, y según la Asociación Rosarina de Entidades Amateur, la ciudad tiene unos 342 de estos centros barriales.
Pero a pesar del programa, para muchos clubes el panorama es sombrío. Algunos, como el caso del club Banco, están a punto de perder el sitio que ocupan desde hace décadas. En igual situación están: Edén de Nuevo Alberdi, Adiur, Lavalle, Paulo VI, Infantiles Rosarino y El Torito, entre otros. Con las arcas agobiadas por el pago de servicios, y a modo de ejemplo, se anotan Atlético Libertad y Servando Bayo.
El encuadre. La categoría club de barrio es tan amplia como las distintas experiencias de socialización que cobijan y que van desde el potrero a las instalaciones deportivas formales
De la mano de las crisis económicas, muchos son hoy lugares de contención y resistencia en barriadas populosas o asentamientos informales. “Acá vienen los chicos desde los cuatro años y están hasta los doce, porque para esa edad ya no tenemos estructura”, explicó Jorge Quizamás, portavoz del grupo que puso en pie al club Edén, en Nuevo Alberdi. Por si fuera poco trabajar a pulmón, las últimas inundaciones destruyeron redes, pelotas, tablones y sillas, y hasta una máquina de cortar césped que compraron con una rifa.
Según destacó, por los daños del agua no recibieron ayuda. “Nos mandan de un lado al otro” dijo y advirtió que todos los clubes de la zona tienen graves problemas para subsistir y tienden a desaparecer.
“Es una locura que los clubes de barrio desaparezcan por tener tantos problemas, porque en el gran Rosario hay 88 mil jóvenes de 14 a 25 años que no estudian ni trabajan”, argumentó Miguel Esmay desde el club Lavalle, de barrio Bella Vista y sumó a la situación un ingrediente de muerte: a dos cuadras del lugar falleció un chico tras inhalar pegamento. “Lejos de apuntalarnos nos intiman a dejar el terreno que la Municipalidad cedió al Echesortu”, relató
Para ambos, un club en los barrios de menores recursos económicos cumple una función social invalorable y se mantiene con actividades colectivas realizadas entre jugadores, vecinos y padres.
Con un pie afuera. Al club Banco (Barrio Alberdi Nuevo Centro Organizativo) concurren unos 400 chicos desde los 4 años para participar de las 21 divisiones de fútbol. Confluyen chicos de villa Cerámica, Nuevo Alberdi, La Florida y Granadero Baigorria, entre otras zonas. “No sé si reconocen nuestro trabajo, creo que no, porque acá haríamos rendir por cinco cualquier subsidio que nos dieran”, explicó Alberto Massari. El club ocupa un predio que pertenece al Ministerio de Defensa y debe devolverlo a fin de año.
Lo mismo le pasa al club 1º de Mayo, de barrio Rucci. “Nos vamos a quedar sin instalaciones para fútbol juvenil y de primera, que es el desenlace del infantil”, explicó Ariel Ceballos desde esa entidad. Allí concurren unos 120 chicos de barrio Rucci, la Cerámica y La Esperanza. Ceballos remarcó que necesitan un nuevo espacio para continuar porque deben devolver el terreno que ocupan.
Algo similar pasó en el club El Torito, que perdió la cancha para once jugadores cuando se construyó la avenida Granaderos, en la zona norte, y ahora se arreglan alquilando en otros clubes. Por el momento a buscan recuperar un lugar propio y no lejos del barrio para seguir trabajando.l
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