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sábado,
13 de
octubre de
2007 |
Una exhibición con marca propia
Jorge Sansó de la Madrid / La Capital
Binner dejó en claro ayer que sabe que su primer paso, ese con el que dirá que llegó, es el desafío de la construcción de una identidad propia. Es consciente de que ello será de capital importancia (después de casi un cuarto de siglo de gobierno del mismo signo político) ya que por un tiempo su administración se definirá por comparaciones y analogías con aquello con lo que estaba familiarizada la población: el PJ que gobernó la provincia y las gestiones socialistas en Rosario.
La identidad de Binner como gobernador no puede agotarse en la categoría del vencedor del PJ. Hacerlo sería poner el acento en la capacidad de recuperación de éste y en la fuerza con que habrán de enjugar la afrenta. De eso se encargarán los derrotados. Si lo hiciera el nuevo gobierno, se contentaría con generar como principal expectativa su habilidad de supervivencia confrontativa.
La forma elegida ayer fue la correcta si la intención es hacer notar que el gobierno cambiará de manos, que quien lo recibe sabrá qué hacer con él y que quiénes quieran disputarlo deberán superar una gestión ambiciosa.
Las formas diferentes se construyen enfrentando y rompiendo tabúes. El gabinete que presentó Binner está plagado de rosarinos, lo que en otro momento hubiera resultado una afrenta para los capitalinos. El socialista impuso otra valoración: no importa donde se haya nacido, todos los santafesinos deberán trabajar por el bienestar de sus comprovincianos.
La vicegobernadora electa, Griselda Tessio, situó la elección de esos nombres bajó el paradigma de “una idea de disciplina, trabajo y transparencia”. Un gabinete disciplinado habla de un conductor dispuesto a ocupar la escena, como ayer, cuando Binner y Tessio se sentaron delante de los elegidos, a cada uno de los cuales el mandatario electo les marcó las condiciones por las que fueron convocados. Todos son profesionales, con estudios superiores, méritos académicos y actuación o vinculaciones internacionales. En todo momento buscó mostrar que su equipo no es de gente improvisada.
El socialismo, o al menos Binner, parece haber entendido lo que decía Mujica Láinez: “Desde que el mundo es mundo, la cuestión no es la esencia sino la forma”. Sin cambiar ésta no se puede transformar aquella. Sabe que tiene que demostrar que es capaz que hacerlo, y ayer procuró mostrar que pose esa condición.
Nadie confía en quien no se cree con capacidad para hacer o deshacer algo.
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