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sábado,
13 de
octubre de
2007 |
La presencia de Bielsa, un partido aparte
Desde el mismo momento en que Marcelo Bielsa aceptó el desafío de ser el entrenador de Chile, el debut de la selección argentina en las eliminatorias sudamericanas para el Mundial 2010 excedió el plano futbolístico. Por eso esta tarde el foco de atención no estará exclusivamente puesto en el rendimiento del equipo de Basile. El Loco no pasará desapercibido para la gente. Con silbidos o aplausos, su presencia se robará parte del paisaje del Monumental.
Mientras Bielsa dirigió a Argentina, su relación con el público atravesó distintas etapas. Todas de la mano de los resultados de turno. Cuando el equipo ganó con autoridad la eliminatoria para el Mundial 2002, la gente se identificó con el juego argentino. Además, Bielsa había logrado que la selección tuviera un estilo bien reconocido: mucha presión, verticalidad y agresividad en los lugares donde se definen los partidos.
Todo marchaba sobre rieles y la selección llegó al Mundial 2002 con el cartel de gran candidato. Los antecedentes y las buenas actuaciones daban para ubicar al equipo en esa dimensión. Pero todo se derrumbó en la cita mundialista. Argentina quedó eliminada en la primera fase y Bielsa, para la gran mayoría, pasó de ser el entrenador del potencial campeón del mundo al responsable de uno de los grandes fracasos del fútbol argentino.
La rápida salida del Mundial marcó a fuego el proceso de Bielsa en Argentina. Nunca más pudo reivindicarse. Ni la obtención de la medalla dorada en los Juegos Olímpicos en Atenas 2004 le dio aire con el hincha. Por eso eligió el momento para dar el paso al costado. Inició las eliminatorias para Alemania 2006 pero cuando su equipo estaba encaminado hacia una nueva clasificación dio el portazo inesperado.
La bronca del hincha pudo más que cualquier cosa y festejó esta decisión. Tras un largo exilio, Bielsa volvió al ruedo como técnico de Chile. Vaya destino, el rival de hoy de la selección argentina. Es una incógnita cómo lo recibirá la gente. Seguramente dividirá aguas. Por lo pronto, el que cruzó la Cordillera de los Andes es un Bielsa auténtico. En la semana entrenó a puertas cerradas en el predio Juan Pinto Durán y hasta contrató a un equipo para bloquear celulares. El loco y su locura. No quiere que nada altere a sus dirigidos.
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