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domingo,
16 de
septiembre de
2007 |
Ramallo: recuerdo de un testimonio que evidenció la connivencia
Lo dio ante el tribunal el único asaltante que sobrevivió a la masacre
A lo largo de las audiencias orales y públicas en las que se juzgó a la banda que tomó el Banco Nación de Ramallo, concluidas en septiembre de 2002, quedaron flotando numerosas cuestiones que ayudan a sostener la hipótesis de que Martín Saldaña era el contacto con la maldita policía. Las prinicipales surgieron del testimonio del único asaltante que sobrevivió y que está preso en Resistencia: Carlos Sebastián Martínez.
El 18 de septiembre de 2002, Martínez declaró ante el Tribunal Oral Federal 1 de Rosario. Entonces acusó a dos policías bonaerenses de haber “entregado” el asalto, proveer armas a la banda y el handy con el cual Saldaña hablaba con el exterior del banco. Se refería al comisario Juan Carlos Maldonado y al oficial Miguel Paolini.
“Hay algo que no quise decir en mi última declaración porque tengo temor por mi familia”, dijo entonces el asaltante. Y, ante la mirada absorta de los jueces, relató que durante la toma del banco escuchó un diálogo entre sus cómplices en el cual Saldaña maldecía haber agarrado la pistola robada a Maldonado y que, en un diálogo entre Hernández y Tito, escuchó que el primero decía: “El Canario nos falló”, en referencia a Paolini. Además, Martínez sostuvo sin dudar ante los jueces que el arma que apareció como secuestrada a Saldaña “no es la que tenía adentro del banco y que pertenecía a Maldonado”.
En la misma audiencia, otro de los condenados por la toma del banco, Norberto Céspedes, dijo al tribunal que estando ya en prisión, Martínez le confió que el oficial Paolini había “entregado” el robo, el handy con el que hablaba Saldaña y el arma. Y que la masacre se desencadenó por temor a que alguno de los sobrevivientes hablaran de la connivencia.
“Perejil” con vida. Si las cosas fueron así, habría que preguntarse por qué no fue asesinado Martínez. “Este muchacho era el perejil de la banda”, dijo el abogado Luis Valenga. No tenía antecedentes gruesos, jamás había participado en un hecho de relevancia y durante la toma le asignaron un papel menor. Sin embargo, la Justicia le endilgó las tres muertes producidas en el auto en el que escapaban los asaltantes y sus víctimas.
El 5 de octubre de 2002, Martínez recibió a La Capital en una celda de la Policía Federal. Ya estaba condenado y dijo: “Salió mal y hay que bancársela”. Además, contó que se metió en el hecho “por motivos de pelea” con su familia. “Es como que siempre andaba mal y me quería independizar, tener más plata”. Aunque aclaró que nunca supo que iba a haber rehenes y que “el robo era entregado”.
Lo que sí tenía claro entonces y seguramente seguirá sosteniendo ahora en la prisión, desde donde no pasa un día sin llamar a su papá, es que “la pistola que mostraron en el tribunal era distinta a la que tenía Martín adentro del banco”. Y aclaró: “Pongo las manos en el fuego de que cambiaron la pistola. Lo firmo hasta el día en que me muera. La del tribunal era una 11.25 toda negra y la de Tito tenía la empuñadura negra y la corredera marrón, era brillosa y nueva”. Esa pistola, dijo el detenido, “se la robaron a Maldonado”, pero nunca estuvo entre las pruebas del juicio. El sostiene que la que se usó como evidencia es otra arma.
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