|
domingo,
09 de
septiembre de
2007 |
Arrepentida
“Ahora pienso que no lo tendría que haber echado cuando llegó borracho a la madrugada. Lo tendría que haber metido en casa de prepo y meterlo en una cama, pero ya no se podía más. Cada vez que tomaba se ponía pendenciero y se peleaba con todo el mundo. Ya no se podía más vivir así”, explicó ayer Marta entre lágrimas.
enviar nota por e-mail
|
|
|