Hoy se celebra el Día Internacional de la Alfabetización y el martes el del Maestro. Una experiencia pedagógica que invita a pensar en las dos fechas

Cuando los docentes no le temen a internet

La Escuela 1.383 de Granadero Baigorria, reconocida por innovar desde la red

Marcela Isaías / La Capital

Las nuevas tecnologías en la escuela abren caminos a nuevos aprendizajes, a formas de entender el mundo y a una alfabetización que va más allá del lápiz y el pizarrón. Pero claro, estos logros no llegan solos, la mano del maestro es decisiva en esta tarea.

Convencidos de que su papel es clave para que las computadoras animen la clase, los docentes de la Escuela Especial Nº 1.383 Nuestra Señora de la Esperanza de Granadero Baigorria emprendieron un proyecto colaborativo, que suma a todos sus alumnos y que además se hace extensivo a otros maestros decididos a perder el miedo al teclado.

La propuesta de la 1.383, una institución parroquial, abarca varios proyectos, todos con el común denominador de favorecer aprendizajes integrales, comunicativos y abiertos. Uno de ellos alcanzó el primer lugar en la fase nacional del “Primer certamen internacional de Educared, innovaciones pedagógicas en la red”, organizado por Fundación Telefónica y que ahora invita a la escuela a seguir por la instancia internacional. El 25 de septiembre todos viajan a Buenos Aires a recibir la distinción.



Paciencia y voluntad

La autora de este plan reconocido es Carolina Busilacchi, a quien sus propias compañeras de trabajo, definen “como la referente” natural de la experiencia. Y no es para menos, Carolina se mueve de un lado para otro por la diminuta sala de informática que reúne 7 máquinas (algunas recicladas), 4 con conexiones a la red. Todas conseguidas gracias a donaciones de la comunidad, de particulaes o bien ganadas en concursos educativos.

Con mucha paciencia, Carolina invita a cada uno de sus alumnos y alumnas a sentarse, iniciar un trabajo y relatar qué les gusta hacer. Romina Riquelme, de 12 años, es una de las más decididas a expresar su gusto por el trabajo, pero Damián Escobar, de 17, es quien con detalles explica que prefiere “escribir con el teclado antes que con la mano, aunque vaya despacio, porque es más seguro”. “Me gustan las palabras, cuando me salen me siento bien”, dice al final.

Martín Murúa, sentado frente a una de las pantallas, se tomará su tiempo para mostrar cómo funciona un programa que invita a usar los colores, y sugiere cómo mezclarlos para hacer más colorida la ilustración que prepara.

Los otros chicos que en ese momento comparten la sala son Maximiliano Becerra, Rocío López, Pablo Gamanero y Carolina Sabatini.

Cuando se le pide a la maestra Carolina Busilacchi una opinión de por qué usar internet en el aula, une sus argumentos a los aprendizajes y a la educación: “Ofrece muchos recursos y herramientas para trabajar con los chicos, nos abre las puertas a nuevas formas comunicativas, en especial para muchos con dificultades en el lenguaje. Uno de los proyectos es de escritura, no sabés lo valioso que es para ellos saber que alguien los lee”.

El apoyo institucional es sustancial en este emprendimiento. Tal como relatan las vicedirectoras Liliana Francovich y Paula Moscato, la tarea con internet o informática no se limita a una hora semanal, sino que “es un proyecto educativo integrador”.

Con ese horizonte de apertura e integración, el grupo de docentes no cerró sus fronteras de trabajo e invitó a otros maestros a contagiarse de las alternativas pedagógicas que ofrece la red y perfeccionarse en el tema, como antes lo habían hecho ellos.

Para eso diseñaron cursos on line gratuitos (www.escuelaespecial1383.edu.ar) para maestros, algunos para usar las Tics en contenidos curriculares, otros más específicos como el llamado “Hilando finito” destinado a trabajar sobre el lenguaje, y a cargo de la fonoaudióloga de la escuela, Marina Fernández.

Hasta el momento más de 70 educadores pasan o pasaron por uno u otro de estos cursos virtuales, que empezaron este año. El gran obstáculo para muchos docentes es superar la barrera del miedo “a apretar el botón equivocado y que explote todo”, tal como se los suele escuchar decir.

Hernán Allo, profesor de historia y tutor de la escuela, tiene una respuesta sencilla para estos temores: “Hay que animarse, es la única manera”. Lo dice con la convicción de que el error es parte de un proceso constructivo de aprendizaje y recordando sus miedos iniciales.



Tiempo y espacios flexibles

María Alejandra de la Peña, la webmaster y tutora, y las vicedirectoras agregan que se trata de acercar a los maestros a un entorno de capacitación diferente, con tiempos y espacios flexibles, que permiten apropiarse de otras formas de aprender y conocer.

El valor del proyecto emprendido radica en su naturaleza local, su origen en una escuela y en estar diseñado por maestros deseosos de compartir los logros que les permiten las Tics.

Dice Carolina Busilacchi en el texto del proyecto premiado: “El desafío consiste en que sepamos utilizar las nuevas Tics, no sólo, las computadoras, de la mejor manera posible y darles, y darnos, la oportunidad para construir una sociedad donde la información deje de ser una mercancía y en la que todos podamos comunicarnos sin que eso sea un privilegio como hasta ahora. Quizás también el desafío está en no olvidarnos que el uso de estas tecnologías nunca podrá reemplazar el encuentro cara a cara con el otro, donde a veces una mirada o un simple gesto nos informan o comunican mucho, aunque no se diga ni una palabra”.

Desde una diminuta sala de informática, la escuelita parroquial desarrolla un proyecto integrador para alumnos con necesidades especiales y también para los docentes.