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 domingo, 26 de agosto de 2007  
Divina juventud
De la Escuela Superior de Comercio a la Juventud Universitaria Peronista: un itinerario con la convulsionada década del 70 como marco

La juventud, los años en que comenzó a militar en la Juventud Universitaria Peronista, lo ponen nostálgico. “El mejor Rafael Bielsa fue aquel —suele decir—. Desde el punto de vista de los valores que reivindico: el más generoso, el más sincero, el más genuino”.

Pero antes de la militancia hubo un tiempo mucho más distendido. Bielsa hizo la secundaria en la Escuela Superior de Comercio. “Era un colegio muy estricto por aquella época, tenía un examen de ingreso muy complicado”, dice Marcelo Borgonovo, quien ingresó con Bielsa en el turno mañana. “Rafael se sentaba en el banco de adelante y yo en el de atrás. La lista era Bielsa, Borgonovo. Compartimos toda la secundaria, y lo recuerdo básicamente como mi amigo. Yo frecuentaba mucho su casa y él la mía. Casi fue parte de mi familia y yo de la de él”.

El humor de Bielsa ponía a prueba la disciplina escolar. “Hacía bromas muy inteligentes y muy divertidas todo el tiempo”, dice Borgonovo. Algunas eran las típicas travesuras de estudiantes, como tirar el borrador o dar alaridos desde el fondo de la clase, para que el profesor tratara de descubrir quién había sido. Otras fueron más complicadas. “Un día simuló una agresión con un revólver de juguete, por una cuestión de honor. Se hizo disparar con un compañero, como si estuviera en un duelo. La profesora casi se muere de un infarto”.

No obstante Borgonovo aclara que el alumno Bielsa era tan revoltoso como excelente estudiante. “Era muy riguroso —dice—. Hacía una carpeta de todas las materias durante la clase a la mañana y la pasaba en limpio a la tarde en sucasa. Puedo dar fe, porque él me daba la carpeta en borrador, que era la que yo usaba”.

El orden, además, le preocupaba. Bielsa jugaba al legislador: “Llegó a construir un código de conducta para manejarnos en toda la secundaria, y un sistema de penalidades. Si alguno lo incumplía, la sanción consistía en golpes con una escuadra en los nudillos, en una escala que iba de uno a diez golpes, de acuerdo a la falta, torpeza o traición que se cometía”, dice Borgonovo.


Política en las aulas
Las aulas del Superior de Comercio fueron también los escenarios de algunas de las primeras discusiones políticas, con la intervención al Poder Judicial de Santa Fe en 1968 o las embestidas del dictador Juan Carlos Onganía contra la desmantelada universidad de la noche de los bastones largos.

Después de la secundaria Bielsa comenzó a estudiar Derecho y a la vez se inscribió en el Instituto Superior de Música. La lección aprendida en el cuarto de las mucamas se transformó en realidad: el joven Bielsa comenzó a militar en la Juventud Universitaria Peronista, en la órbita de Montoneros.

“En la Facultad de Derecho pasamos nuestros mejores momentos en lo que era discutir ideas y compartir algunas lecturas. Teníamos discusiones interminables. A veces dejábamos de estudiar y nos ibamos a caminar durante horas para profundizar algún tema jurídico o extra jurídico que nos interesara”, recuerda Borgonovo. En cuarto año de la carrera Bielsa comenzó a trabajar en el Tribunal Federal “y fue allí cuando lo secuestran” los grupos de la represión ilegal.

Fue una “militancia extrema”, de acuerdo al compromiso que marcaba la época. “La militancia era nuestra forma de vida, era todo —dice Gerardo Rico, compañero de esa época y de hoy, ya que integra la lista de candidatos a diputado—. Los proyectos, la utopía de luchar por una sociedad diferente nos llevaba a los cafés, al debate, ocupaba gran parte de nuestro tiempo y de nuestras vidas”.

Bielsa no se arrepiente de haber integrado aquella “juventud maravillosa” de Perón. Tampoco celebra esa época, aunque reivindica su amistad con personajes como Rodolfo Galimberti. “Lo que yo más rescato es que nosotros teníamos un camino trazado. Por ejemplo, si vos te llamabas Rafael Bielsa en Rosario en tu futuro parecía estar, por ejemplo, ser ministro de la Corte de la provincia”, dijo, en una entrevista. Y también: “Rescato de esos años la pasión y la voluntad. Pasión como fuego interior, como la fuerza que nos lleva a pensar que hay algo que podemos hacer para que la vida de los demás sea más feliz. Voluntad, como el entendimiento de la política pensada y actuada como una herramienta de cambio a favor de los que padecen”.


Sin darse por vencido
Para Bielsa, “los setenta pueden resumirse como años desaforados en los que teníamos una necesidad desproporcionada de romper moldes, sin haber pensado demasiado acerca de qué poner en su lugar (...) Nuestra generación es de peritos en derrotas. Tanto que nos acostumbramos a ella”.

Sin embargo, asumir la derrota “sin darse por vencido” implica cierta comprensión, “es necesario distinguir con nitidez qué hubo de valioso en las fuerzas propias, respecto de lo que no alcanzó o falló, porque es seguro que habrá un nuevo trance”. Algo que en el calendario de Bielsa tiene fecha el 2 de septiembre.


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Rafael y María Eugenia Bielsa. La familia, unida en la política.

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