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 domingo, 26 de agosto de 2007  
La política desde la cocina
Carolina Binner recuerda cómo fue crecer en una casa signada por la militancia de su padre y la de sus "tíos" Estévez Boero, Bonfatti y Zabalza

“Digamos que el Partido Socialista Popular (PSP) nació casi conmigo, porque yo tenía un año. Así que en casa siempre se habló de política”, asegura Carolina Binner, una de las hijas del candidato a gobernador del Frente Progresista.

De aquellos días Carolina recuerda que “venían a casa Guillermo Estévez Boero, Antonio Bonfatti y Juan Carlos Zabalza”, quienes, para ella y sus hermanos, “eran como tíos”. También las mutaciones de las campañas con el correr de los años: “En la primera elección hicieron los afiches en planograf. Había un local del partido por calle Italia donde se trabajaba. Ibamos todos”.

“Fue en 1983 y yo estaba finalizando la primaria. Fue una militancia con mucha garra: salíamos a pintar y, al que le tocaba el grupo de mi viejo, no regresaba hasta terminar la última gotita de ferrite. Como compensación, lo llevaba a casa a comer un chocolate. Te estoy hablando de la madrugada”, agrega.

Carolina destaca que su padre “siempre estuvo muy comprometido con las ideas socialistas desde antes de tener cargos públicos”. Alude, de ese modo, a los comienzos de la década del 70, cuando Binner y el resto de los militantes “fueron haciendo el partido en toda la provincia”.

Madre de dos varones, cuenta que el ex intendente les inculcó a ella y a sus hermanos, Agustín, Varinia y Lucía, la pasión por lo libros. “Debo haber tenido 9 ó 10 años cuando armamos un grupo de lectura los sábados a la mañana. Lo continuamos durante bastante tiempo”, revela.

“Es una persona sumamente cariñosa, que cuando está se nota. En mi casa había democracia, pero siempre con un orden. Le gustaba que viniesen nuestros amigos y era abierto a las conversaciones”, continúa Carolina, quien aporta otro dato no tan público: “Fuimos muchas veces de vacaciones en carpa al sur. Mi tío Dante, el hermano de papá (también médico), tenía una casa rodante que nos prestó varias veces y recorrimos todo el Litoral hasta las Cataratas del Iguazú”.

Años atrás, junto a un albañil amigo, Binner construyó un horno de barro en la casa. Su hija rememora que la tarde era el momento propicio para preparar pizzas o pan. “Le gustaba organizar alguna comida entre todos y cocinar él. No lo hacía todos los días, obvio, porque trabajaba mucho. Siempre le puso pasión y dejó cosas y tiempo en la familia para la política, y en algunos puntos a veces te cuesta entenderlo”, añade.

No obstante, Carolina sostiene que Binner “siempre estuvo presente” en su etapa adolescente, incluso a través de códigos muy particulares: “No se encendía el televisor a la hora de comer. Es más, ese aparato ocupaba una piecita ubicada atrás del patio de casa”.

“El televisor a color debe haber llegado en 1988. Y el que quería mirar, iba atrás. Aunque también fue de cuidarnos mucho cuando salíamos. Se interesaba sobre a dónde íbamos y con quién estábamos, te sentías protegida”, prosigue.


Una intimidad distendida
También pinta a su padre como una persona con “mucho sentido del humor en la intimidad, cuando estamos en familia”. Y grafica: “Por ahí lo ven como medio rígido, pero no. Es cariñoso, relajado y cuenta chistes”. Luego resalta su pasión por las caminatas. “Empezabas y no sabías cuándo terminabas. Trotábamos para seguirle el ritmo. Aunque ahora lo paran en todas las cuadras y se hace difícil”, lamenta.

Los cuatro hermanos terminaron la secundaria en el Instituto Politécnico Superior. Las mellizas Carolina y Varinia son pediatras y Agustín, quien reside en Casilda, es traumatólogo. Lucía, en tanto, está por recibirse de ingeniera industrial. Su madre, Ana María Iparraguirre, es estadística, Pero también trabaja en el ámbito de la medicina.

“Creo que fui la primera en decidir ser médica, desde chica. Recuerdo que le pedí a papá que me enseñara a tomar la presión y practicaba con mis tías”, dice Carolina, admitiendo cierta influencia paterna al momento de la definición vocacional.

Acerca de la infancia del candidato a gobernador, asegura que fue “muy linda”, cimentada en “un cariño” impresionante con su madre, Rosa, y su hermano, Dante.

“Rosa murió en 1997. Recuerdo que dos años antes Mirtha Legrand había invitado a papá a su programa de almuerzos. imaginate cómo estaba mi abuela... Bueno, en el comedor de la casa de Casilda quedó, como recuerdo de esa visita, una foto enorme. Además, cuando lo veía cansado por ir de un lado a otro, le decía: «Ay, Hermito, vos sólo te metiste en esto»”, confiesa Carolina. Su abuelo murió en 1984.

Desde Rafaela, Binner “vino a Rosario a los 18 años. Hizo la primaria en la escuela de los hermanos Maristas y luego pasó al Colegio Nacional, donde empezó a militar en la secundaria. Llegó a la Facultad de Medicina cuando mi tío, que le lleva nueve años, estaba terminando la carrera”, repasa.

Luego asevera que la trayectoria política de su padre “nunca” los diferenció del común de los ciudadanos: “Siempre fuimos y vinimos como cualquier vecino. Aparte, cuando mi viejo empezó a ganar trascendencia, yo era más grande y no me afectó tanto. Somos todos de perfil bajo”.

“Cuando fue intendente nunca estuvimos en los palcos. Y también me siento responsable de todas las cosas que hizo. Te las apropiás, las defendés y, algunas veces, las criticás”, concluye Carolina.
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"Me siento responsable de las cosas que hizo", dice Carolina.

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