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 domingo, 26 de agosto de 2007  
Tiempo límite para Binner y Bielsa

Mauricio Maronna / La Capital

Faltan apenas cinco días para que se termine la campaña electoral más extensa que vivió Santa Fe desde 1983 hasta hoy. El nuevo sistema, que reemplazó a la ley de lemas, apabulló a los ciudadanos que, desde marzo, contemplan desde el balcón el gigantesco y algo rústico tablero en el que se mueven las piezas. Por fortuna, la historieta llega a la última página y, ahora sí, comenzará a escribirse la gran historia.

La extensión en el tiempo de la lucha por las candidaturas para las primarias, la obligatoriedad de esa compulsa interna y el serpenteado camino hacia las elecciones generales es, sin embargo, un magnífico fresco para comprobar la volatilidad de ciertos liderazgos, de determinadas postales malamente tomadas como una película, algo inédito en otras partes del mundo.

La reciente visita de Cristina Fernández de Kirchner a Avellaneda y Reconquista pasó sin pena ni gloria para el justicialismo santafesino. Si antes todos los muchachos peronistas contaban las horas para algún desembarco de la primera dama, la presencia de la iracunda candidata lejos estuvo esta vez de hacerles gastar adrenalina. El mal momento que atraviesa el gobierno nacional, la incógnita que circunda a la mujer con sus fallidos lanzamientos a puro grito desde una tarima y la saga de escándalos que impacta en el corazón de Balcarce 50 logró que más de un dirigente provincial dijera a La Capital: “No sé cuánto nos suma; por suerte todo fue lejos de Rosario y la ciudad capital”. El tiempo, a veces, es más liviano que una pluma lanzada al vacío en medio de una ventisca. “No se confundan con esto de los escándalos, mientras la economía funcione la gente mira para otro lado”, sostiene un ex gobernador.

Se ha escrito hasta el hartazgo que la llave que le abrirá las puertas de la Casa Gris al futuro mandatario está en manos de los ciudadanos independientes que residen en las dos principales ciudades.

El peronismo ha logrado consolidar su caudal de voto camiseta, no aparece a priori una fuga de votos hacia el Frente Progresista, y todo se basa ahora en captar las voluntades de los santafesinos que no tienen filiación partidaria. Rafael Bielsa va de aquí para allá con su discurso productivista y su intención de embarcar a Santa Fe en el mundo, todo salcondimentado con sus peculiaridades dialécticas.

Hermes Binner ha apostado todas sus fichas al “cambio”, convencido de que los independientes se han hartado de los 24 años de gobierno monocolor y están listos para pegar el salto hacia otro horizonte. Y espera un binnerazo en Rosario. Ha sido el líder del PS quien recogió el aval de diversas capillas de intelectuales porteños que llegaron a la ciudad para decírselo a todos los santafesinos. Desde Pino Solanas hasta Tomás Abraham, pasando por José Eliaschev, Horacio Verbitsky, Torcuato Di Tella y el rabino cool Sergio Bergman mostraron su interés en que el socialista sea gobernador. Algo parecido sucedió en 2003, cuando una solicitada permitió ver las firmas de una numerosa pléyade encabezada por la intelectual todoterreno Beatriz Sarlo. Bielsa, en cambio, sólo recibió la bendición de Ignacio Copani.

¿Hasta dónde sirven estos avales en una provincia que, más allá de los circuitos intelectuales, se guía por otros formadores de opinión pública? Dentro de siete días se sabrá.

Tanto Binner como Bielsa son dos muy buenos candidatos, más allá de cierta violencia intelectual del postulante del Frente para la Victoria y de algún desliz del ex intendente rosarino. La oferta en Santa Fe, debe ser dicho, es inmensamente superior en calidad a la de la mayoría de los distritos del país. Pero, se sabe, las finales no se explican, se ganan o se pierden.

La última curiosidad de la campaña tiene como sujeto al presidente Néstor Kirchner, quien frente a todas las suspicacias llegará el miércoles a la provincia para respaldar a Bielsa. Esto ha despertado una ola de conjeturas. ¿Por qué el santacruceño, tan reacio a mostrar sus cartas en enclaves donde el final no está escrito, decidió jugarse tan enteramente? Si Binner es el gobernador electo, la oposición, con todo derecho, podrá decir que también derrotó al jefe del Estado.

“Mire, usted conoce cómo se maneja Kirchner. Si viene es porque olfatea que el triunfo de Bielsa está cercano... La encuesta que tiene arroja empate técnico”, dijo a este diario un legislador nacional peronista cargado de optimismo.

Cuando Cristina bajó del avión la semana pasada le entregó al ex canciller los datos de una última encuesta preparada por el Ministerio del Interior que vitaminizó el ánimo de Bielsa, ya harto de los pronósticos de todos los analistas porteños que dan a Binner como el seguro ganador. Binner ganará cómodamente en Rosario, pero el porcentaje con el que lo haga será decisorio para su destino. “Estamos entre 8 y 11 puntos de diferencia”, revela un dirigente del PS. En 2003, el margen con el que superó aquí al peronismo fue importante pero no alcanzó para subalternizar al resto de la provincia, entonces bajo el influjo de Carlos Reutemann, quien traccionó con su candidatura a senador.

¿El respingo que pegó la gestión de Jorge Obeid tras dos primeros años erráticos, será otro bonus track? Entre Ríos le dio la victoria al delfín de Jorge Busti en un distrito peor administrado que el de la bota y, finalmente, todo parece indicar que Córdoba será retenida por el delasotismo. Se trata de provincias vecinas que ni por asomo han logrado los niveles de crecimiento que experimenta Santa Fe. En esos antecedentes descansa la esperanza de los peronistas.

El candidato del Frente Progresista administró exitosamente Rosario cuando el país se desbandaba. Gobernar en el aquí y ahora es mucho más fácil: la ciudad recibe los beneficios del campo en materia de construcciones e inversiones, entre otros ítems. Un símil de lo que sucede a nivel provincia, benefactora del dólar recontraalto que permite mantener la caja equilibrada, y con un PBI muy superior al de las épocas de Fernando de la Rúa.

Los spots, los afiches, la guerra de declaraciones terminarán en unas pocas horas. Será ese el momento en que buena parte de los santafesinos se pondrá a pensar en Binner y en Bielsa. Sin ruidos contaminantes, operaciones de prensa ni gritos desaforados que, como escribió Jean Baudrillard, son los momentos en que la política apenas es un intercambio de imágenes que interfiere con el valor sagrado de la palabra.

Ya no queda margen para el error: peronistas y frenteprogresistas tendrán que hurgar en lo que reclama una sociedad poco afecta a las campañas sucias, los intentos de direccionamientos mediáticos y, sobre todo, los golpes de efecto nacidos bajo el frenesí de la velocidad del calendario.

Binner y Bielsa deberían tener presente lo que Silvio Waisboard relató en un magnífico libro (tal vez el mejor) que se haya escrito en Argentina sobre tareas proselitistas: los votantes demandan bienes terrenales más que celestiales, estabilidad económica, empleo, honestidad pública, mejor educación, ciudades más seguras. Estas causas no son precisamente imanes que atraen a multitudes a participar en campañas electorales, algo que quedó expuesto con claridad en Santa Fe.

Pero a no equivocarse: sí son esas causas las que deciden el nombre del futuro gobernante.

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Obeid, Bielsa y Binner.


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