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domingo,
26 de
agosto de
2007 |
En foco. Los indicadores sociales
La intervención del gobierno en el Indec empañó la difusión de los datos que más satisfacción le pueden dar a poco tiempo de las elecciones: la baja del desempleo en el segundo trimestre al 8,5%.
El dígito en el índice de desocupación también se alcanzó si se computan los planes sociales como desempleados, lo cual relativiza el debate sobre su impacto en la medición del mercado laboral y, por otro lado, enciende la puja en torno de la indemnización especial por despido que se instrumentó en su momento para paliar los efectos de la crisis del año 2001.
En pocas semanas más se conocerán los datos del Gran Rosario, que como consecuencia de factores estacionales habían arrojado una suba del desempleo por encima del 10%, luego de haber cerrado 2006 en un dígito.
Esta baja del desempleo se produjo en un contexto de fortísimo crecimiento económico por más de cuatro años, lo que induce a pensar que la evolución de ese indicador dependerá en el futuro de la posibilidad de que se mantenga el actual ritmo de expansión de la actividad.
En esa lógica se inscriben las medidas oficiales de modificar los montos imponibles de ganancias subir jubilaciones y asignaciones familiares. El consumo y la demanda están traccionando esta mejora de los indicadores sociales y, según parece, el gobierno está dispuesto a cebar la máquina hasta el final de su mandato, más allá de las advertencias de algunos economistas sobre el aumento del gasto y el deterioro del superávit.
La expansión de la demanda en el mercado laboral será sin duda uno de los logros decisivos a la hora de que la actual gestión económica se convalide o no en las urnas.
Se trata, sin embargo, de un piso a partir del cual avanzar en cuestiones como el blanqueo de una enorme cantidad de asalariados y la recuperación de los salarios en la participación del PBI.
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