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domingo,
12 de
agosto de
2007 |
El comandante de las misiones
En 1815, con el auge del federalismo artiguista en el litoral, Andresito asume el cargo de Comandante General de Misiones. Recupera los pueblos misioneros invadidos por tropas paraguayas y en 1816, desde Santo Tomé, parte al frente de mil hombres con la intención de recuperar las misiones orientales. Tras varios triunfos y la adhesión de la poblaciones originales, pone sitio a San Borja, pero es derrotado por las tropas luso-brasileñas.
Los invasores portugueses, en 1817, saquearon Yapeyú, La Cruz, Santo Tomé, Santa María y Mártires, y asaltaron Apóstoles, San José y San Carlos, donde terminaron derrotados por las fuerzas de Andresito.
El caudillo marchó a Corrientes para reestablecer la autoridad federal, tras un golpe del capitán José F. Vedoya, adherido al centralismo porteño. Finalmente entró en la capital el 21 de agosto de 1818 “a pie y desarmado, en medio de su tropa engalanada con banderas artiguistas”, dicen Juan Francisco Machón y Oscar Cantero, autores del libro “Andrés Guacurarí y Artigas” . Tras los soldados y jinetes, “cerraba el desfile un grupo de niños guaraníes, recientemente liberados de la servidumbre”.
Andresito repartió tierras a indios y negros. “Ni bien llegaron los guaraníes secuestraron de las casas de las ricas familias a un grupo de niños blancos, hijos de los patrones, cuyo número era igual al de los niños guaraníes esclavizados”, dicen Machón y Cantero.
Una semana después, Andresito convocó a las desesperadas madres, y tras devolverles a sus hijos sin ningún rasguño, les dijo que esperaba que la experiencia les sirviera de lección, “para recordar que las madres indias también tienen corazón: muchas de ustedes han sacado sus niños a las mujeres guaraníes, como si eso fuera natural”.
Luego organizó obras de teatro con chicos. Como las familias de clase alta no asistieron, “convocó a todos los hombres a la plaza central y los mandó a arrancar los yuyos. Luego organizó una fiesta y obligó a las mujeres a bailar con los soldados de su ejército”, explican los autores de “Andrés Guacurarí y Artigas”.
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