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domingo,
12 de
agosto de
2007 |
No estuvo a la altura
En el terreno de las obligaciones, Central faltó a la cita. Si bien estuvo muy cerca de conseguir una victoria, el rendimiento colectivo no le hizo honor a las responsabilidades que se advertían en la previa del cotejo con Gimnasia. El equipo de Ischia se mostró inconsistente, sin vuelo y nunca encontró argumentos sólidos para levantar el protagonismo escénico que requería la oportunidad. Más allá de las ventajas transitorias y de cualquier eventualidad, Central no jugó bien y no ganó por su culpa.
Evidentemente, los canallas no pudieron superar sus circunstancias y tampoco supieron utilizar el apoyo de su gente en el Gigante. ¿Una cuestión de presión? ¿Demasiados apremios para un grupo juvenil? Seguramente no. Parece que a Central le cuesta mucho ser torazo en su rodeo y eso tiene más que ver con aspectos intrínsecos del plantel y no tanto con cuestiones de vocación o actitud. No se verifican señales de jerarquía para construir hitos importantes y por eso cada gesto de avance arriba cargado de ansiedad y de dudas.
El rival de ayer no era fácil pero tampoco un cuco. Muy lejos de eso. Era el Lobo platense concebido bajo la ingenuidad estética de Maturana. Y con una derrota de local ante el ascendido Tigre a cuestas. Pero Central nunca pudo hacerse patrón dentro del campo de juego. No pudo tomar las riendas ni someterlo desde su superioridad en el marcador. Y no fue por carencia de carácter.
La parcialidad canalla se había ilusionado con la exhibición en La Bombonera y echó a rodar sus anhelos futboleros. Quizás desmesuradamente. Por eso el doloroso empate sobre el final se transformó en un cable a tierra. Ese golpe puso otra vez en evidencia que los recursos y el potencial de este plantel son limitados. Demostró que a este equipo, todavía le cuesta un triunfo crecer.
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