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domingo,
12 de
agosto de
2007 |
B Nacional
Tiro Federal cayó en Mendoza ante Independiente Rivadavia
Elbio Evangeliste / Ovación
Para la compleja realidad con la que Tiro arrancó el torneo, el resultado no es una mero hecho anecdótico. El arranque a contramano que sufrió el equipo de José Fantaguzzi quizá hubiese sido visto y analizado con otros ojos si el resultado no hubiera implicado la bronca lógica que provoca una derrota. El medio vaso lleno, el del interesante partido que los Tigres hicieron en el debut no merece ser dejado de lado, de hecho allí encontraron todos los cimientos de la fe, pero lo que tampoco debe ser pasado por alto es que, por las circunstancias reinantes (el promedio), el torneo no permitirá demasiadas pifias, como la de ayer (0-1), en Mendoza, ante Independiente Rivadavia.
En esta temporada, un yerro puede desembocar en un dolor de cabeza mayúsculo. Por eso la reducción del margen de error, entre otros aspectos, será esencial. Así, las fallas en el arco de enfrente deberán ser remediadas. Condición sine qua non para no parir finales angustiosos.
También se puede mencionar como saldo en rojo semejante desatención en defensa cuando la Lepra mendocina parecía inofensiva, pero si el hincapié se hace en la flaca puntería en el arco de enfrente es porque el juego colectivo gozó de buena salud, especialmente en el primer tiempo, donde el dominio de Tiro Federal fue evidente, claro e inobjetable, sobre todo cuando la pelota pasaba por los pies de Facundo Castillón (también hubo un tiro libre de Croce en el palo, un par de certeras intervenciones de Vivaldo y un despeje de Ledesma sobre la línea).
No pasó lo mismo tras el descanso. Allí el manejo del partido por parte de los Tigres no fue tan marcado (igual contó con chances como para ponerse en ventaja), pero nada hacía presagiar que la historia podía terminar como terminó.
Por lo menos hasta el ingreso (19’) de Martín Gómez por un intrascendente Germán Real. Es que el chiquitito delantero aportó movilidad y exigió más que lo que sus compañeros lo habían hecho hasta ese momento. No fue casualidad entonces que el único gol del encuentro naciera de una arremetida suya por izquierda que terminó con el cabezazo letal de Ferrero, a 15’ del final.
El intento de reacción de los Tigres de Ludueña tras esa conquista murió en eso, en un intento. Por eso los errores terminaron pagándose caro en un debut que no fue del todo desalentador, pero sí, por el resultado, las circunstancias y los apremios, a contramano.
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