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 domingo, 12 de agosto de 2007  
“Lo importante no es el juguete, sino jugar”
Félix Temporetti, doctor en psicología, dice que en el juego no debe faltar el diálogo con los chicos

Laura Vilche / La Capital

Llegó el Día del Niño, todo un problema para muchos adultos que se preguntaron: “¿Y ahora qué compro, el juguete de la tele o uno que lo eduque?”. Para el doctor en psicología Félix Temporetti el dilema no debe ser tal; “lo importante no es el juguete en sí, sino que el niño pueda jugar en esta sociedad cada vez más desintegrada donde espacios de socialización como la vereda se han perdido y lleva a los chicos al individualismo; terminan jugando solos, en sus cuartos, con sus juguetes o su computadora”.

   —Pareciera que la onda retro no sólo se instaló en la ropa sino en los juguetes: cada vez hay más jugueterías didácticas y volvieron el Rasti y el cubo mágico.

   —Todo hay que analizarlo en relación al poder adquisitivo de los adultos que se vuelcan a comprar esos juguetes, pero es cierto que hay comercios que se orientan a esa idea de niño que imperó en los 50. Una iniciativa romántica del juego ligada a lo terapéutico; había que hacer aflorar las potencialidades del niño o sus conflictos a través de juguetes didácticos y así ayudarlos a que los resuelvan y desarrollen la inteligencia. Fue un momento especial del psicoanálisis infantil y del auge de las teorías de Piaget, de los juegos de seriación, correspondencia término a término y clasificación. Pero jugar es independiente del juguete. Los hay buenísimos y también mediocres y lo material no es lo escencial del juego. Aunque el niño no tenga juguetes siempre jugará, y el adulto también. No importa si la muñeca es la Barbie o un palo envuelto en una mantita. Si la niña lo acuna y dice: “Este es mi bebé”, eso es lo que vale.

   —¿Por qué es importante que los niños jueguen?

   —Porque es necesario y un derecho. En estudios con humanos y chimpancés se comprobó que tanto las personas como los monos que juegan se relacionan mejor. La nueva ley de Educación (Nº 26.206), en su artículo 20, establece promover el juego como un derecho, por considerarlo de alto valor cultural y de desarrollo. Ahora bien, hay que diferenciar en materia educativa qué es juego y qué no; o sea, qué es jugar y qué es tarea.

   —¿En qué lugar radica la diferencia?

   —En el protagonismo del niño. En el juego, el papel principal debe ser de él; la presencia del adulto es buena porque le da seguridad y además lo puede ayudar si se traba o si se pelea con un compañero. Pero no debe meterse sino quedar rezagado. En la tarea la cosa es distinta, desde los 2 años y medio ya se les puede plantear una actividad a los chicos, y allí la instrucción del adulto es importantísima.

   —¿Además de la conveniencia comercial se vuelve a ciertos juguetes tradicionales porque han sido aprobados por varias generaciones?

   —La psicología ha comprobado que entre los más pequeños funcionan muy bien los juguetes que permiten construir y producir algo, porque les mantiene la atención y la actividad. Eso va desde el bloque y los palos hasta el Rasti y el Mecano, pero insisto, el protagonismo siempre debe ser del niño, el objeto funciona allí como instrumental. Con los adultos que quieren que el chico juegue con lo que él jugó hay mucho de tradición; en España conocí clubes de canicas (bolitas) y a veces los chicos se conectan jugando a esos viejos juegos a través del diálogo con sus adultos. No se puede separar el juego del lenguaje. El niño no debe estar solo y el adulto que esté con él debe saber jugar y ficcionar. Lo que más le divierte al chico es transgredir la realidad y el adulto lo tiene que ayudar a navegar por allí, por ejemplo a través de la literatura. Pero regalar un libro no basta para que lea.

   —¿Qué opina del rechazo al juguete bélico?

   —En contextos donde reina la violencia, el niño reproducirá la violencia, le des o no una pistola.
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