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domingo,
12 de
agosto de
2007 |
Delito difícil de encuadrar
La piratería como delito —una defraudación intelectual asimilable a una estafa— no es fácil de encuadrar como otros, tal vez por las múltiples y contradictorias variables que lo constituyen. Entre ellas, el hecho de que el consumidor de truchadas camina entre el papel de víctima y el de cómplice sin terminar de entender ninguno de los dos.
Entre otras necesidades que satisface en el mercado, está la voracidad y la inmediatez, sobre todo cuando se trata del inocente público infantil. Entonces luego de un par de semanas de escuchar “quiero ver Shrek 3, Camila ya la vio, quiero ver Shrek 3, Mateo ya la vio”, papá o mamá pasan por un quiosco, sacan 5 pesos y llegan a casa con el objeto de deseo del niño.
Ahí empieza otra historia: cuando se trata de películas no estrenadas en DVD, generalmente son copias hechas con una cámara en el cine que, además del filme, pueden incluir las risas del público o hasta la cabeza de un espectador que se paró para ir al baño. Pero quién se va a quejar de haber comprado algo trucho.
“Nosotros no estamos contra los puesteros, sino contra quienes generan los materiales piratas, el negocio depende de ellos. Y en cuanto a los consumidores de películas truchas, que muchas veces compran de buena fe, apuntamos a generar conciencia”, señaló Alejandro Botbol, de la Cámara de Videoclubes de Rosario.
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