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sábado,
04 de
agosto de
2007 |
Conciden en que el apoyo familiar es decisivo
En 1998 se sumó al trabajo de las escuelas la figura del profesor tutor
Carlos Rodríguez es el director de la Escuela Técnica Nº 466 de Rouillón al 1300. A su escuela se suman cada año 270 chicos al 8º año que provienen de 45 establecimientos primarios de la zona. “Eso indica un gran defasaje con el que ingresan los chicos a esta técnica”, dice el director.
Para hacer frente a las diferencias, la escuela ofrece cada año, en el mes de septiembre, un “curso de nivelación” en lengua y matemática para los ingresantes, también charlas informativas para los padres, además de hacer un trabajo articulado con las escuelas de la zona. Los chicos que ingresan pasan a integrar una de las ocho divisiones de los 8º años de la EGB en el turno diurno y una división por la noche, a la que asisten quienes trabajan.
“Así y todo, de los ocho cursos que funcionan durante el día, por la deserción y la repitencia, terminan pasando seis divisiones”, dice el director Rodríguez para graficar una situación común a muchas otras escuelas y que describe una preocupación central para el sistema educativo.
Para el director de la ex Técnica 4, influyen en esta situación los cambios de modalidad de trabajo entre una escuela y otra, ya que en la primaria hay más familiaridad con los maestros y de golpe aparecen más profesores.
La atención que le prestan los padres a sus hijos es otro punto determinante. “Hay casos en los que conversamos por teléfono, en otros los citamos por nota, pero muchos padres nos manifiestan que hay un descontrol y que nada pueden hacer”, comenta el directivo. También señala que uno de los obstáculos en su escuela es que hasta ahora muchos llegan pensando en un polimodal más, y olvidan que se trata de una técnica. Una cuestión que espera se revierta con la revalorización que ahora se está haciendo de esta modalidad.
Tutores
Una de las figuras que apareció con el tercer ciclo es la del docente tutor. En 1998 comenzaron a trabajar en los 8º y 9º años, como nexos entre los alumnos, los profesores y los padres.
Desde hace 8 años, Silvia Mazzolini es tutora en la Escuela Nº 133 “20 de Junio” de Nuevo Alberdi. Es docente, licenciada en pedagogía social y profesora en ciencias de la educación.
“La tutoría está muy bastardeada, no todos la ejercen igual, yo entiendo que no es sólo hacer un acompañamiento en lo pedagógico, sino que hay que meterse en la vida del chico”, dice Silvia Mazzolini al hablar de su tarea, y agrega: “Soy como un colador entre el profesor y lo que sé de la vida del alumno, no para que lo perdonen pero sí para ayudar a que se lo entienda”.
Agrega que cree que al adolescente hay que “escucharlo y no subestimarlo”.
“El problema mayor que veo ahora, —dice— es la falta de compromiso de la familia”.
Para la tutora también hacen falta cambios en los profesorados. “Se siguen formando docentes para el niño que come todos los días, que duerme bien y no para el que junta cartones. Cuando esos docentes llegan a estas escuelas descubren que no tienen herramientas para enfrentar la adversidad”.
Pero además, apunta al esfuerzo desmedido que le toca a la escuela frente a la realidad que muchas veces muestran los medios: “El chico siente desapego al estudio, no le ve mucha salida cuando escucha hablar de coimas o de un ingeniero que no es tal”.
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