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domingo,
15 de
julio de
2007 |
Opinión: Hay que darle la pelota al pibe Lionel Messi
Según el diccionario de la Real Academia española, la palabra diferencia, del latín diferentia, significa cualidad o accidente por el que se distingue una cosa de otra. El ser humano, según esta definición, encuentra una diferencia entre el blend del whisky escocés y otro de inferior destilación u origen. Asimismo encuentra marcada diferencia en una melodía interpretada por un eximio intérprete y otro de menor formación lírica. En el fútbol esa cualidad diferente nace con el jugador mismo. Sin entrar en comparaciones, Maradona, Pelé, Messi y Zidane fueron y son diferentes.
Su pie, su exquisito toque, su impronta fulminante en la decisión de la jugada hacen a la magia que el espectador o televidente espera de estos elegidos. Con solo tres o cuatro jugadas o goles de otra galaxia en los noventa minutos arman un espectáculo diferente del que se hablará muchísimo tiempo. En los últimos 50 años, el amante de fútbol ha conocido a muchos jugadores diferentes.
Pelé apareció en escena en el Mundial de Suecia en 1958. Lo hizo en un equipo plagado de figuras como Garrincha. Pero Pelé sería diferente. Y pese a su juventud presentaba una virtud única: la velocidad para resolver en los espacios reducidos, la pelota pegada al pie y la inteligencia de eludir al rival.
En el 86, Maradona, acostando a toda la defensa inglesa, produce el mejor gol del siglo. Y en Berlín, en el Mundial de Alemania 2006, el francés Zidane convirtió un penal frente a Italia en la final de la Copa picando la pelota y dejando en ridículo a Bufón.
Y días atrás, Messi, en la Copa América, hizo un golazo acariciando la pelota como si tuviera un guante. Le entró bien abajo y la clavó por encima del arquero mexicano. Y produjo locura en la gente. Hasta Basile dijo que "se debió haber cerrado el estadio".
El holandés Johan Cruyff señalaba hace un tiempo que a Messi había que ordenarlo y que tenía que incorporarse más al equipo. De lo que no se dio cuenta el ex jugador es que Messi poco necesita de las circunstancias. Es que el equipo tiene que acomodarse a él como hicieron con Pelé y con Maradona. Por que estos, son capaces de hacer lo imposible.
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