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domingo,
15 de
julio de
2007 |
En busca del voto escondido
Por Mauricio Maronna La foto que tanto anhelaba Rafael Bielsa ya fue impresa y, desde ahora en más, se constituirá en el afiche más atractivo par vender en la campaña. Néstor Kirchner, Cristina Fernández, Jorge Obeid y Carlos Reutemann posaron junto al candidato a gobernador en la inmensa carpa instalada en Rufino, con la adrenalina alta tras los resultados del 1º de julio pasado. Claro que, cuando el acto terminó, el santacruceño volvió sobre sus pasos, buscó con la mirada a Hermes Binner en la segunda fila y lo estrechó en un abrazo ante la mirada de Carlos Reutemann.
Como diría un viejo profesor de derecho constitucional: “¿De qué vale la foto si la novia está en Italia?”. Más allá de los vasos y besos que corrieron en el departamento General López, los comicios de septiembre están con final incierto. El nuevo sistema electoral plantea demasiados interrogantes para todos los actores, sean ellos peronistas, socialistas o radicales.
La polarización, el voto en blanco, la abstención, los votos hacia Agustín Rossi y la fidelidad de quienes sufragaron Alicia Tate-Juan Carlos Millet en el primer turno constituyen una nubazón de pronóstico incierto para Hermes Binner y Bielsa. La deserción de Roxana Latorre fue recibida como una buena noticia en el campamento justicialista, pero esos votos, casi 28 mil, son apenas un grano en el desierto si se toman en cuenta los 300 mil sufragios en blanco, nulos o impugnados y, mucho más, si el aluvión de abstenciones registradas el 1º de julio decide concurrir a las urnas el primer domingo de septiembre.
Números falsos. El Frente para la Victoria logró sacar de escena el resultado de derrota en las primarias que les auguraron los columnistas de los grandes medios nacionales, que ahora discan el prefijo 0341 tratando de encontrar alguna explicación de parte de los colegas. “Estos tipos no pegan una. Después me hacen editoriales cargados de odio, pero miren lo que pasó en Santa Fe”, se le escuchó decir a Kirchner apenas conocidos los resultados, mientras repasaba las columnas de opinión domingueras de los últimos 60 días.
En verdad, el jefe del Estado pensó que el triunfo de Binner en las primarias era un hecho y trató de morigerar las tapas del lunes 2 de julio con un movimiento de pinzas para que esa derrota que nunca sucedió no sea leída como otro golpe al hígado del poder central: coptó a Jorge Rivas, jefe del socialismo en provincia de Buenos Aires, y le otorgó el cargo de vicejefe de Gabinete. Traducido: un dirigente del PS es hoy el número 2 de Alberto Fernández.
La noticia causó estragos en el alma de Rubén Giustiniani, una especie de portón, que hasta ahora impide que el partido de la rosa quede sepultado bajo el imán kirchnerista.
Las cosas no quedaron demasiado bien en la dermis del socialismo tras los resultados de julio en Santa Fe. Los pases de factura, la estrategia comunicacional, el rol de la UCR y el otra vez fatídico boca de urna que le hicieron leer a Binner cerca de la medianoche del 1/7 se entremezclan con la estrategia comunicacional que por estas horas están repensando. “Basta de no decir nada, el afiche con los buenos tiempos y el photoshop es en el interior de la provincia una bala perdida. Hay que ponerle contenido a la foto”, admite una calificada fuente partidaria.
Otro Borocotó. Casi nadie reparó en un dato que pone en evidencia el clima que se vive puertas adentro del principal colectivo opositor de Santa Fe. Mientras Giustiniani se mostraba “triste” por el fichaje de Rivas en Balcarce 50, el nuevo funcionario borocotizado hizo trascender que entre los llamados de felicitación recibió un cálido saludo de Binner por su ingreso al gobierno. Quienes duden de la fidelidad de lo que aquí se escribe pueden chequear el diario Clarín del miércoles pasado (página 19).
La madre de todas las batallas está asentada en Santa Fe. Ni siquiera las elecciones a presidente despiertan tanta expectativa entre los círculos de poder. La absoluta impericia de los adversarios al gobierno nacional permite que el Ejecutivo se dé todos los gustos: mantener en sus cargos a dos funcionarias que cargarán eternamente con el estigma de la corrupción, más allá de que la Justicia aún no haya probado nada.
Raúl Alfonsín tuvo los pollos de Mazzorín, Carlos Menem la valija de Amira Yoma, Fernando de la Rúa la Banelco de Alberto Flamarique. Ahora, en el inconsciente colectivo quedarán registrados como una oblea la bolsa de Felisa Miceli y los familiares contratados por Romina Picolotti. ¿A qué se dedican Roberto Lavagna, Elisa Carrió, Ricardo López Murphy y Mauricio Macri mientras el jefe de Gabinete se toma la antirrepublicana decisión de no admitir preguntas en una conferencia de prensa? En la Argentina hay opositores pero falta oposición. A menos que se considere como tal esa especie de tren fantasma que se constituyó en San Luis de la manó de los Rodríguez Saá, Menem, Luis Patti, Jorge Sobisch, entre otros viejos profetas de lo eterno.
Mirada de hielo. Volviendo a Santa Fe: otra vez, como en 2003, los ataques de Binner a Carlos Reutemann, diciendo que no puede caminar la provincia porque los inundados lo seguirán a donde vaya, lograron que el máximo elector que tuvo el peronismo santafesino salga a la cancha y se embandere con la candidatura de Bielsa. El Lole le clavó una mirada de hielo al ex intendente rosarino cuando éste le estiro la mano en Rufino o para saludarlo. “¿Y ahora qué te pasa, se te fue el odio”, le dijo, palabras más, palabras menos, el ex senador, que no perdonará las denuncias de “fraudulento” que el socialista le arrojó sobre su cara en la campaña de hace 4 años atrás.
El santafesino es el Ramón Díaz de las nuevas caras que asoman promisoriamente en Santa Fe: la avalancha de votos que llegó desde el departamento general López, con el senador Ricardo Spinozzi y los intendentes comunales como caras visibles, se explica en la aceptación aún intacta que el dos veces gobernador recoge en el interior de la escarpada bota. “Estoy todavía sorprendido por lo que pasó acá, es increíble. Ahora Obeid tiene todo para pasarle la banda a otro peronista”, dijo Reutemann a La Capital. En la intimidad, reconoce que, sin embargo, nada está definido. Para él las claves pasarán por las dos grandes urbes, Santa Fe y Rosario. Y no ahorra elogios para Bielsa: “Lo veo erguido, bien parado, sabe de lo que habla. Lo voy a apoyar con todo”.
Miguel Lifschitz, eficiente intendente de la ciudad, logró un miguelazo en las primarias que no figuraba en los cálculos ni de los propios encuestadores del Palacio de los Leones. Si el 2 de septiembre eso se transforma también en un binnerazo el socialismo podría cantar victoria.
Ausentes sin aviso. Una novedad que dejó el comicio es la desaparición mediática de los encuestadores, protagonistas (otra vez y van...) de nuevos brulotes. No hay nada más decepcionante que tomar todos los sondeos con los que cerraron sus trabajos el último jueves de junio y compararlos con los resultados oficiales. En toda actividad siempre hay margen para el error, pero es incomprensible la magnitud de los yerros. Ahora, en estos días en los que bien podrían ayudar a interpretar la composición de los votos, plantear los escenarios y los números para la gran final, ayudando a los analistas, brillan por su ausencia.
Tras la anunciada presencia, con bombos y platillos, de Kirchner & Kirchner en Rufino para reinaugurar obras en La Picasa no debe dejar de señalarse con honestidad intelectual que el marco quedó demasiado grande, tanto como los lugares vacíos en la inmensa carpa. “Es cierto, me parece que el presidente tenía más necesidad de estar acá, ahora que tiene los resultados en la mano, que nosotros de sacarnos la foto”, exageraron desde una dependencia de la Gobernación.
Algo pasó en la Argentina: el presidente se ve en la obligación de decir que “el cambio” será Cristina, como si el romance entre él y la sociedad se haya resquebrajado.
En “El príncipe”, Maquiavelo se preguntaba si es mejor ser amado que temido. La segunda opción corre para los tiempos en que las clases medias reclaman salir del caos, pero se esfuma al momento en que esas mismas capas piden algo más que estridencia para pegar el salto hacia un puerto seguro.
La mejor garantía de continuidad pingüina viene desde los opositores: un abanico de hombres y mujeres que se consumen bajo el fuego de la vanidad y el escaso sentido común.
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Fotos
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Kirchner, Bielsa y Binner.
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