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 domingo, 15 de julio de 2007  
Los diarios de Irán se autocensuran para sobrevivir
Los periodistas reformistas están habituados a ver clausurados sus medios por el régimen

Edmund Blair y Sean Maguire / Reuters

Teherán. — Mohammad Quchani ha trabajado para 11 periódicos que fueron cerrados por las autoridades iraníes y la mayoría nunca fueron reabiertos. De modo que no puede predecir cuánto tiempo sobrevivirá el matutino en el que el mes pasado comenzó a trabajar como editor.

   “Depende de cuestiones políticas y también depende de cómo proceda el diario”, dice el hombre de 30 años en las oficinas del Ham Mihan, en el centro de Teherán. Para periódicos como Ham Mihan, que respaldan las ideas del sector reformista, evitar el cierre requiere un cuidadoso acto de equilibrio, forzando los límites de la crítica, pero permaneciendo a veces por dentro de oscuras “líneas rojas” políticas.



Matices. La situación tiene más matices que la imagen de Irán descripta por sus críticos en Occidente, de un sistema que reprime toda opinión divergente. Hay algunos comentaristas iraníes que incluso ven signos de un frágil renacimiento de las publicaciones reformistas.

   Pero los periodistas dicen que es fácil “tener problemas” con las autoridades, particularmente desde que el presidente Mahmud Ahmadineyad llegó al poder en 2005, con sus discursos en contra de Occidente y contra quienes él considera que desafían los valores de la revolución islámica de 1979.

   Sharq, el diario reformista para que el Quchani trabajaba antes, fue cerrado en septiembre por una serie de “ofensas”. Hubo asimismo demandas desafiantes para que el medio reemplazara a su director general, quien fue acusado de “blasfemia” y de insultar a funcionarios.

   En ese momento, algunos periodistas vieron la medida como parte de una campaña del gobierno para silenciar cualquier tipo de oposición, una acusación que los funcionarios descartan, diciendo que el gobierno “le abre los brazos a la crítica”.

   Inicialmente, muchos de los periodistas de Sharq lanzaron un nuevo medio, siguiendo un patrón que apareció a fines de la década de 1990, cuando docenas de periódicos reformistas fueron clausurados sólo para ser reabiertos bajo una nueva forma, algunos para circular apenas unos días antes de ser clausurados nuevamente por las autoridades islamistas.



Reapertura. Las autoridades rápidamente vieron al nuevo periódico como una versión poco disimulada de Sharq y lo clausuraron.

   Pero Sharq apeló su cierre en los tribunales y ganó. En mayo volvió a entrar en circulación. “Haremos todo lo posible para no tener problemas legales. Respetaremos esas «líneas rojas» que podemos comprender, sin ir más allá de ellas”, admitió el director general Mahdi Rahmanian, de 40 años, cuya remoción había sido originalmente solicitada por las autoridades.



Demasiadas limitaciones. La disputa nuclear de Irán con Occidente es un tema que requiere cobertura “sensible y cuidadosa”, señaló el periodista. Aceptó que “tenemos un poco de cuidado en cuanto a las noticias judiciales” y es cauteloso acerca de las historias militares. Asimismo, otros ministerios del gobierno “reclaman que «esa es nuestra línea roja»”, en referencia a otros asuntos. “Pero nuestro problema es que a veces no sabemos dónde están estas zonas prohibidas”, se quejó Rahmanian.

   Otros periodistas dicen que existe “un nivel de terreno de juego estable” para todos los periódicos. Amir Mohebian, editor de política del conservador diario Resalat, cree que en líneas generales “tenemos libertad de publicar nuestras ideas, tanto reformistas como conservadores”.



Pocos lectores. Incluso sin el desafío de las zonas prohibidas, en un país de aproximadamente 70 millones de habitantes, la batalla por los lectores es dura: el periódico de mayor circulación de Irán, Hamshahri, vende unas 400.000 copias al día, comparadas con las 70.000 copias de Sharq.

   El Hamshahri es un órgano del Consejo de Teherán, y su inclinación ha virado de reformista a conservador, según las oscilaciones en la composición de la autoridad municipal de la capital de Irán.

   Los periódicos más pequeños luchan por la publicidad. Peleando por llegar a fin de mes con las ventas en los puestos de diarios, con frecuencia necesitan un dueño adinerado.

   Quchani dice que los auspiciantes son disuadidos por las autoridades de comprar espacios comerciales en su periódico, una acusación que no pudo ser verificada de manera independiente.



¿Resurgimiento? Algunos ven en la reedición de Sharq y en el lanzamiento de Ham Mihan un modesto resurgimiento para los reformistas de Irán, quienes quieren más libertades sociales y políticas y mejores lazos con el mundo.

   Irán se encuentra ahora bajo el peso de las sanciones de la ONU por no detener las actividades nucleares que Occidente considera son para construir bombas atómicas, una acusación que Teherán niega.



Pragmáticos. “Este tipo de signo muestra que, a pesar de la dura presión en el campo político, la rama pragmática del sistema política todavía está funcionando”, estima el profesor de la Universidad de Teherán Hamidreza Jalaiepour.

   Los opositores de Ahmadineyad, un grupo que abarca cada vez más tanto a reformistas como a políticos más pragmáticos, como el ex presidente Akbar Hashemi Rafsanjani, han recuperado algo de su compostura desde la victoria presidencial de aquél en 2005. En las elecciones a concejales de diciembre, los partidarios de Ahmadineyad fueron rotundamente derrotados, particularmente en Teherán.



Blogs bloqueados. Sin embargo, otros dicen que la recuperación de una voz más moderada en la política iraní es frágil. Los analistas apuntan al arresto de iraníes estadounidenses acusados de presunto espionaje como el último signo de que quienes se oponen a todo acercamiento a Occidente todavía están al mando. Y los blogs iraníes, que a menudo cuentan con informes y opiniones, son regularmente bloqueados por las autoridades.

   Algunos señalan que la supervivencia de dos periódicos reformistas puede darse, en parte, porque las autoridades quieren mostrarle al mundo que Irán permite el debate político, particularmente a medida que los grupos se posicionan de cara a las elecciones parlamentarias del año que viene.

   Otros dicen que es un asunto puramente legal y que periódicos como Sharq y Ham Mihan han mostrado una gran disposición a permanecer dentro de las “líneas rojas” dictadas por el gobierno para que, al menos, puedan contar en el debate político que precederá a los comicios del 14 de marzo.
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Una periodista en una redacción de Teherán.



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