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 domingo, 15 de julio de 2007  
Colores y sonidos del Lejano Oriente
Al son de los abanicos la maestra china Ana Wu dio un seminario de Tai Chi Chuan y presentó el único arte marcial femenino

Paola Irurtia / La Capital

El Mulan Chuan es un arte marcial desarrollado y practicado por mujeres. Creado en la ciudad china de Fu Zhou, llegó a Rosario a través de la maestra Ana Wu, discípula directa de su creadora, formada en las artes marciales, danzas y medicina china por “maestros descendientes de generaciones de maestros” de su tierra. Wu, que vivió en China durante 40 años, coordinó un seminario intensivo de Tai Chi Chuan de forma combinada y de abanicos que razgaron el aire de Rosario con su son y sus colores.

Ana, cuyo nombre chino es Hui Min, disfruta de las formas “suaves y femeninas” que desarrolla el Mulan y el Chi Kung médico. Son formas que activan el cuerpo en sus funciones vitales y en el desarrollo de movimientos hacia la flexibilidad y resistencia.

Wu llegó a Rosario invitada por la escuela Yi Tai Chi, que dirige Lisandro Belfiore, quien encontró en la maestra “una fuerza femenina que une una técnica depurada y firme”.

El rosarino conoció a Wu en Buenos Aires, dos años atrás y quedó deslumbrado por el alto nivel técnico, la capacidad pedagógica , pero sobre todo, “la calidez y sensibilidad de la maestra que no siempre pueden apreciarse, desde nuestra cultura, en los instructores que llegan de otros países”. También quedó cautivado por su humildad.

Seria en su trabajo, pero alejada de las solemnidades; Wu dirigió la jornada ante alumnos de edades y niveles diferentes. Los maestros de las escuelas rosarinas le respondieron con la misma generosidad y colmaron, con sus alumnos, el seminario que se desarrolló en el gimnasio de la Universidad Nacional de Rosario.

La maestra equilibró las diferencias “con mirada calma y una paciencia infinita, con las que corrigió cada forma hasta repetir las secuencias”, indicó Lisandro Belfiore.

Entregada a su trabajo, Wu compartió con emoción la forma 16. En la intimidad confió que a su maestro “le sorprende y emociona que su trabajo se esté practicando en un lugar tan lejano”.

En el seminario, por la mañana, enseñó la forma 16 de Tai Chi Chuan y por la tarde, incorporó la forma de abanico, que sedujo al alumnado con sus colores y sonidos. En ellos se combinan la suavidad de la seda con la rigidez de los rayos; la inmanencia del eje central que posibilita el movimiento de los radios. “El complemento del yin y el yang, donde no puede permanecer siempre cerrado, ni siempre abierto”, dice Belfiore.

Los modos simples y efectivos de la maestra y la claridad de sus conceptos conquistaron a los alumnos rosarinos.

La práctica de Ana creció en el seno de su hogar, donde aprendió formas de Chi Kung y medicina tradicional de su padre y su abuelo. Comenzó a bailar danzas folklóricas chinas a los 8 años y en su ciudad de residencia, Fu Zhou, conoció a Yin Mei Feng, la creadora del Mulan.

A partir de esa práctica se interiorizó en Tai Chi Chuan, en la que alcanzó el 5ª dan de instrucción y una medalla de oro en la forma 42 en su último viaje a China, durante 2005.

Wu dirige el centro Mulan de vitalidad en Buenos Aires y vive en el país desde hace una década. Volverá a Rosario para los festejos de primavera de la escuela Yi Tai Chi (www.aldeayang.com.ar) a adornar el aire con los colores y la música de los abanicos.



Una guerrera



El Mulan Chuan recibió su nombre de una antigua leyenda china. Su creadora, Yin Mei Feng, lo hizo en homenaje a Mulan, una mujer valiente que aplicó el arte tradicional de su país para proteger a su padre durante un período de guerras.

La leyenda cuenta que en el año 420 China estaba dividida en dos estados, por lo que se hallaba en una gran inestabilidad política y sufría las invasiones frecuentes de guerreros de otras etnias.

Allí vivía Hua Mulan, una muchacha muy hermosa e inteligente. Desde niña practicaba artes marciales con su padre, un gran guerrero. Más crecida ayudaba a los quehaceres domésticos y sus vecinos la apreciaban mucho.

Un día sus padres la encontraron llorando. Al preguntarle qué la congojaba se enteraron de que estaba muy triste y preocupada porque en la noche anterior, mensajeros imperiales habían venido a la casa de los Hua para avisar a su padre que el emperador lo requería con urgencia para incorporarse al ejército, con el fin de combatir para rechazar las invasiones de la frontera. Como su hermano era muy chico para reemplazar a su anciano padre, este debía acatar el llamado imperial y presentarse.

Sabiendo que su padre no soportaría las duras condiciones de la guerra, pidió permiso a sus padres para presentarse al ejército disfrazada de varón. Teniendo una excelente preparación en artes marciales podría luchar contra los invasores con eficiencia y dejaría bien sentado el nombre de su familia.

Alistó su caballo y todo lo necesario, se vistió como militar, se despidió de su familia y de sus vecinos con lágrimas en los ojos, para dirigirse al campo de batalla.

Tres años después de haber ingresado al ejército, debido a que Mulan superaba a los otros oficiales en la pericia en artes marciales, se le dio el rango de coronel.

Mediante su inteligencia y astucia, Mulan consiguió documentos confidenciales del enemigo y pudo regresar sana y salva. Al regresar gloriosamente a la capital del imperio, el emperador quería premiarle con un cargo muy alto, pero Mulan no aceptó. Solo pidió un caballo y el permiso para regresar de inmediato a su casa. Con muchísima alegría la recibieron sus familiares. Todos ellos y los vecinos de la aldea habían organizado una gran fiesta.

Mulan entró a su dormitorio, se quitó el traje de militar, se vistió con ropas femeninas, con la cabellera peinada ahora como una dama y salió a encontrarse con sus camaradas de combate.

Grandísima fue la sorpresa de todos sus amigos porque vieron que el hermoso oficial con el que habían luchado codo a codo era en realidad una bella muchacha.
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La maestra china sedujo con la suavidad de los movimientos de los abanicos.


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