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domingo,
15 de
julio de
2007 |
En foco. Semana de furia por la energía
Negada una y mil veces, la crisis energética irrumpió con fuerza en el discurso oficial con la llegada del primer invierno crudo en muchos años. El corte de GNC en las estaciones de servicio que se ordenó esta semana y el acuerdo con las petroleras para reemplazar el uso de gas por combustibles líquidos no sólo en vehículos sino también en la industria, es todo un reconocimiento.
Las restricciones de oferta de energía tienen origen en diversos factores, desde la desinversión de muchos años hasta el cambio de escenario económico, que mutó de una capacidad instalada ociosa en la industria que permitía exportar energía a otros países, hacia un crecimiento de actividad que se come todo el gas y la electricidad que puede. Pero más allá de las responsabilidades y la discusión política que trae aparejada, lo que emergió con fuerza en la última semana fue la necesidad de administrar la contingencia. Ya los industriales venían advirtiendo que los cortes de gas y energía eléctrica que sufren desde hace unos 40 días estaban afectando los niveles de producción, por lo cual se imponía una extensión de las medidas de ahorro hacia otros sectores. La decisión de cortar al GNC significó, en ese sentido, avanzar un escalón en la política oficial de administrar la crisis. También empezaron a tallar las provincias con sus planes de ahorro.
El escenario en el que se desenvuelven estas restricciones es el de un alto crecimiento económico, que tiene como principal consecuencia la caída en los niveles de desempleo, el gran drama de los 90. Es importante este dato porque, más allá de la discusión sobre las responsables y las indudables molestias ocasionadas por las políticas de ahorro, el momento induce a articular las decisiones estatales y las demandas sectoriales en un programa común, que no admite posiciones maximalistas.
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