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 sábado, 14 de julio de 2007  
“Los dibus, entre la crisis y la nostalgia”

Rodolfo Bella / Escenario

Pluto, Mickey y todo el zoo de animalitos domésticos juntan polvo en el museo de la nostalgia, al lado de Astroboy y los Supersónicos. Los dibu ya no son lo que eran. En un mundo de rarezas _como los habitantes de South Park y los Pokemones_, los Teletubbies, los Pitufos y los Hijitus quizás sientan un poco la brecha generacional. Las animaciones, como los contenidos de los productos audiovisuales destinados a los chicos en un rango de edades bastante amplio, por suerte se atrevieron a dar un salto y ofrecen la posibilidad de representar de otra manera una parte de un mundo que ya no es lo que supo ser. “Harry Potter y la Orden del Fénix”, sin dejar de satisfacer el objetivo de ser una película que pueden ver sin problemas chicos y adolescentes, tiene elementos que exceden a esa categoría. Harry, como pocas veces se ve en el género, se planta contra la posibilidad de no ser un chico todo lo ejemplar que él cree que es. Hace unos años, “Todos los perros van al cielo” también marcó un buen ejemplo. La película animada sobre un grupo de perros desclasados fue también un sombrío policial negro, protagonizado por un grupo de truhanes simpáticos que recurren a los peores métodos para conseguir lo que quieren, tanto los buenos como los villanos. “Shrek” planteó la posibilidad de aceptar y elegir las diferencias, como el caso de la princesa. Sin llegar a constituirse en la (a veces un poco fastidiosa) cuota de corrección política, la saga también se animó a las diferencias sexuales en los personajes de Pinocho y el Lobo Feroz. Los pobres animales que pasan al cine generalmente pierden su naturaleza. En ese sentido hizo justicia “Madagascar” cuando un león descubre que le podría gustar la carne y, quizás, comerse a su mejor amiga, una desconcertada cebra. En “Antz” la hormiguita aparentemente menos apta para nada, es capaz de cambiar la historia. Ya no se trata sólo de filmes didácticos. Es entretenimiento, pero capaz de desconcertar hasta al inspector Clouseau.


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