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 sábado, 30 de junio de 2007  
Alivio para acusado de un crimen en Fisherton

Gustavo Carlos Martinotti, un hombre que fue condenado y luego absuelto por el crimen de un joven proveedor de tarjetas magnéticas asesinado a principios de 2002 en Fisherton, volvió a recibir un dictamen favorable de la Corte Suprema de Justicia de la provincia. El tribunal se negó a revisar el último fallo que lo desvinculó del homicidio al considerar que no se violentaron garantías constitucionales durante el proceso. Así, vuelve a fojas cero la investigación de un caso que quedó impune.

   Tras un complicado trámite penal, Martinotti fue absuelto por el crimen de Maximiliano Infante en un fallo que en mayo del año pasado fue confirmado por la Cámara Penal. Esa decisión fue cuestionada por el fiscal Danilo Imhoff. A su entender se habían recolectado suficientes pruebas incriminantes. Con el argumento de que la sentencia fue arbitraria, presentó un recurso de inconstitucionalidad ante la Corte provincial.

   El mes pasado ese tribunal rechazó el recurso al entender que el debate sobre la culpabilidad o inocencia de Martinotti debe agotarse en instancias anteriores. Los jueces Roberto Falistocco, María Angélica Gastaldi, Luis Vigo y Eduardo Spuler plantearon que su competencia pasa por controlar que los procesos cumplan con el orden jurídico y que no es su asunto intervenir ante discrepancias en la valoración de la prueba.



Inclemencia. Maximiliano Infante tenía 21 años cuando fue ejecutado el 10 de enero de 2002 en Sarratea al 600, mientras trabajaba junto a su padre en el reparto de tarjetas magnéticas de transporte en la zona residencial de Fisherton. Habían llegado hasta esa cuadra para entregar tarjetas de colectivos en dos comercios. Los delincuentes los abordaron cuando aún estaban dentro del auto.

   Se desplazaban en una moto Honda Econo Power, llevaban una bordeadora de césped y vestían ropas de trabajo, como si fueran jardineros. Maxi y su padre intentaron evadirse. Entonces el chico recibió un disparo en la cabeza.

   La policía detuvo a Carlos Martinotti, un barrabrava de Central que vivía en el barrio 7 de Septiembre, como el conductor de la moto de los asaltantes, aunque no pudieron dar con el autor material. El juez de Instrucción lo procesó como quien conducía la moto.

   En un primer dictamen un juez de Sentencia absolvió a Martinotti. Pero al revisar la medida la Sala I de la Cámara Penal lo condenó a 12 años de prisión. El defensor del imputado recurrió a la Corte, que por razones técnicas anuló la condena.

   Así Martinotti fue nuevamente absuelto y la Sala II de la Cámara Penal confirmó la medida. Evaluó que los indicios eran frágiles. Que había sido incriminado “por dichos de personas no individualizadas”.



La ropa y un arma. Este último pronunciamiento fue cuestionado por Imhoff: sostuvo que la sentencia desconoció “indicios altamente incriminantes” como el secuestro de la ropa, la moto, un arma y una bordeadora en el domicilio del imputado.

   La Corte no hizo lugar a ese planteo: evaluó que la valoración de la prueba no es materia de su competencia. No obstante, consideró que no eran pruebas de peso: “Las prendas porque eran de uso común para el trabajo, la moto porque fue señalada en un reconocimiento irregular, el arma porque no guardaba relación con los proyectiles de la escena del hecho y la bordeadora porque no tenía idénticas características a las denunciadas”. Así concluyeron que esos elementos no alcanzan para definir con certeza que Martinotti haya participado en el crimen.


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La madre del chico asesinado cuando repartía tarjetas magnéticas.

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