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sábado,
30 de
junio de
2007 |
La ciudad que se acostumbró al peligro
Londres. — Ayer Londres vio nuevamente a helicópteros sobrevolando en círculo, sirenas, calles cortadas y estaciones de subte cerradas. Un escenario que despierta recuerdos terribles. Hace casi dos años, atacantes suicidas islámicos mataron a 52 personas e hirieron a 700 en el subte y un ómnibus.
Ahora la policía impidió la desgracia, que posiblemente habría tenido dimensiones similares. Fue apenas un día después de que el nuevo gobierno haya asumido el cargo. Algunos expertos señalan que el ataque apuntaba al día después del relevo de Tony Blair por Gordon Brown. “Esta bomba estaba destinada a ese día”, afirmó Michael Clarke, profesor del King´s College londinense.
Sesenta litros de nafta, garrafas de gas propano y una gran cantidad de clavos estaban escondidos en el Mercedes plateado estacionado en el West End. Una mezcla letal destinada a los miles de amantes de la noche londinense. Este primer coche bomba descubierto ayer estacionó en una de las zonas más concurridas de Londres, delante del night club “Tiger Tiger”, frecuentado por jóvenes y con capacidad para 1.700 personas. Las noches son largas en el West End, una zona de la capital con numerosos clubes y bares. Teatros, cines y puntos turísticos cerca del famoso Piccadilly Circus, Trafalgar Square y Leicester Square quedan a un tiro de piedra.
No obstante, los londinenses reaccionaron con calma. Ya han asimilado el miedo a un nuevo gran ataque terrorista. Es que a menudo se detiene a presuntos terroristas y se lanzan alertas antiterroristas.
“No es la primera vez ni será la última. Me siento seguro”, afirmó Frances Leung. “Ya no me sorprende que aquí hayan encontrado explosivos. Los peligros acechan por todas partes”, agregó por su parte Linda Nicholls.
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