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 domingo, 24 de junio de 2007  
Ordenan reabrir la causa por torturas a menores

Buenos Aires.— Los responsables de un centro de rehabilitación para drogadictos serán investigados por las presuntas torturas a las que sometían a adolescentes, a quienes encerraban en un pozo de tierra donde les arrojaban agua podrida, simulaban ahogarlos en una pileta y obligaban a caminar con los codos como “medidas educativas”. Así lo dispuso un fiscal general que ordenó reabrir la causa por los tormentos propinados a cuatro menores que en abril de 2005 escaparon de la institución tras maniatar y asaltar a los celadores.

   El fiscal general interino de San Martín Héctor Leonardo ordenó investigar a ex miembros de la comunidad terapéutica “Volver a Empezar” que funcionaba en Tortuguitas y era dirigida por el médico psiquiatra Silvio Hoffman.

   La investigación de los malos tratos había sido archivada por el fiscal de San Martín Héctor Scebba, a pesar de que los familiares de las víctimas denunciaron las torturas y las lesiones de los chicos fueron corroboradas por la Secretaría de Derechos Humanos. Sin embargo, el fiscal sí impulsó la causa por la fuga de los menores que serán sometidos a juicio oral (ver aparte).


Desde Tucumán
En 2005, cuatro adolescentes fueron enviados por el juez de menores de Tucumán Oscar Ruiz a la Fundación Hoffman, que había firmado un convenio con el gobierno de aquella provincia y de allí los derivaron al centro de Tortuguitas. El magistrado aceptó el traslado de los jóvenes a Buenos Aires porque en Tucumán no existían centros para el tratamiento de las adicciones.

   Ahora el fiscal Leonardo revisó el caso y decidió apartar a Scebba del expediente por archivar el caso “de manera prematura e improcedente”. Así, la causa pasó a la fiscal Fabiana Ruiz, quien deberá tomarles declaración a testigos nunca citados.

   El fiscal general sostuvo que el archivo es “inadmisible” porque de la causa surge que los entrenadores, coordinadores y el director de la comunidad podrían ser coautores de torturas, privación ilegal de la libertad y lesiones.


Trato conocido
Para el fiscal, los responsables del centro “conocían el trato metódico de tormento físico y psíquico hacia los adictos como castigo, represalia o para hacerlos objeto de sufrimientos”.

   El abogado de dos de las víctimas, Walter Reinoso, dijo que “ahora se va a averiguar realmente la verdad de lo acontecido en el centro de rehabilitación” y destacó que “el daño sufrido por estos menores es irreversible”.

   Según declaró en la causa Marcelo M., uno de los adolescentes, como “medida educativa” tenía que “realizar un pozo en el que sólo podía estar con una prenda”, en su caso un short, y a pesar de que era invierno debía permanecer todo el día allí adentro. Sólo lo dejaban salir para comer sobras del resto de los internos.

   Marcelo aseguró que un coordinador lo quiso “ahorcar” y que “una de las formas de castigo era caminar con los codos y rodillas sobre piedritas por toda la quinta”. Luego los metían “en la pileta”.

   Allí los chicos sufrían tal vez el castigo más duro: Matías R. declaró que “solían sumergir a alguno de los internos en la piscina y obligarlo a mantenerse a flote por más de una hora hasta que tres o cuatro mayores ingresaban y entre todos lo sumergían hasta que quedara exhausto”.

   También les ordenaban “cargar vasos con agua, que se bebiesen todo el contenido de un solo trago y aquel que titubeaba o tardaba más de lo debido, era castigado con seis vasos de agua más, cuya ingestión provocaba el vómito”.
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