Lula es blanco de la bronca por el caos en los vuelos

Brasilia. — Blanco de fuertes críticas, el gobierno de Brasil anunció la adopción de un plan de emergencia para enfrentar los atrasos y cancelaciones de vuelos en los principales aeropuertos del país, que esta semana provocaron la indignación de miles de pasajeros perjudicados.

   Las medidas surgen después de nueve meses de intermitentes crisis en los 67 grandes aeropuertos debido a protestas de los controladores, bajo el mando de la aeronáutica, o por fallas técnicas, lo que ha provocado en ocasiones monumentales congestionamientos en las terminales, con pasajeros furiosos invadiendo pistas de aterrizaje.

   La fuerza aérea, encargada del control del sistema, sacó inmediatamente de sus puestos a controladores de vuelo amotinados, que reclaman mejores condiciones y trabajan con equipos obsoletos.

   Los pasajeros, en las largas filas formadas en aeropuertos, se quejaron de una inacción del gobierno de Luiz Inacio Lula Da Silva y también de la falta de información sobre sus servicios brindada por las aerolíneas, especialmente TAM y Gol, las dos empresas que dominan el mercado brasileño de la aviación comercial.


Inconducta
La fuerza aérea había determinado en los últimos días sanciones de prisión a dos controladores militares, a los que acusó de violar el código de conducta castrense por hacer críticas a la seguridad del sistema en entrevistas de prensa. La medida desató la indignada reacción de la central fabril Forca Sindical, que amenazó paralizar las actividades en todos los aeropuertos de Brasil, una país ode extensión continental en el que el transporte aéreo es vital para la actividad económica y empresarial..

   La empresa estatal Infraero, que administra los aeropuertos, dijo que el viernes, de los 1107 vuelos programados, 332 registraron atrasos superiores a una hora, en tanto 97 habían sido cancelados.

   El presidente Lula discutió la crisis aérea con su ministro de Defensa, Waldir Pires, y el comandante de la fuerza aérea, Juniti Saito, quien reconoció que “el momento es de extrema gravedad” y responsabilizó a un grupo de controladores por los problemas.

   Muchos de los pasajeros entrevistados en aeropuertos del país opinaron que el gobierno no actúa con eficacia para resolver los problemas del sector, que quedaron expuestos en septiembre cuando dos aviones colisionaron en el aire causando la muerte de 154 personas. “El gobierno nos falta el respeto. Es negligente. No hace nada”, dijo en el aeropuerto de Brasilia Romano Bezerril, un empleado de una embajada, quien desistió de viajar a Río de Janeiro tras ser informado que su vuelo tendría varias horas de atraso.




“Relajarse y gozar”
Bezerril, de 39 años, se refirió indignado a recientes declaraciones de altos funcionarios del gobierno de Brasil, como la ministra de Turismo, Marta Suplicy, una sexóloga, que recomendó a los viajeros “relajarse y gozar” ante la crisis aérea. Suplicy, posteriormente, pidió disculpas por su afirmación, que consideró “infeliz”.

   El ministro de Hacienda, Guido Mantega, afirmó en tanto que los problemas de la aviación comercial eran “el precio del éxito” por el bienestar económico del país. “Los que gobiernan no tienen vergüenza. Deberían sentarse, estudiar y resolver este caos en los aeropuertos”, dijo Neide, un ama de casa de 51 años, mientras esperaba en Brasilia un vuelo para viajar a Salvador, en el noreste del país.

   César Gomes, de 47 años, también se quejó ante periodistas mientras aguardaba un vuelo atrasado por varias horas para viajar a San Pablo. “Aguantamos esto porque necesitamos trabajar. Las autoridades son incompetentes, nos faltan el respeto, cobran y no saben trabajar”, comentó Gomes.

La crisis de los aeropuertos estalló esta semana.