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viernes,
25 de
mayo de
2007 |
Reflexiones
La otra Revolución de Mayo
Agustín Rossi (*)
Seguramente pueda parecer exagerado tratar de equiparar al 25 de Mayo de 1810, que es una fecha fundacional de la historia de la Argentina en libertad, con el 25 de mayo de 2003 en que se inició el actual gobierno del presidente Néstor Kirchner. Es cierto. Visto desde una perspectiva histórica de largo plazo puede ser una exageración.
Pero si en cambio valoramos a ambos aniversarios desde la distancia mucho más corta de la vida de los argentinos de hoy, tal vez la comparación no sea tan exagerada. Desde esa perspectiva ambas son fechas fundacionales. Ambas marcan una frontera nítida entre una forma de vivir la Nación y otra totalmente distinta. En ambos casos se produjo una ruptura clara con el orden pre-existente.
Ninguno de los seres humanos que habitamos este país habíamos vivido (teniendo uso de razón y control de nuestros actos) una crisis social, económica, humana y existencial como la que atravesamos a partir del 2001. Y podemos afirmar que tampoco habíamos presenciado una recuperación tan rápida, vigorosa y profunda de la capacidad nacional para decidir su destino, proteger a sus habitantes y consolidar su autoestima, como la que vivimos en estos años recientes.
Sólo los argentinos mayores de 60 pueden recordar un país con superávit fiscal y comercial, capaz de aprovechar toda su competitividad exportadora y generar un movimiento económico que sirva de previsión de épocas desfavorables. Pero no todo es macroeconomía: la recuperación se vive en lo cotidiano. Cuesta recordar un gobierno que con tanta claridad haya sostenido una inversión social que alcance a todos los ciudadanos desprotegidos, que haya llevado a cabo una auténtica revolución en materia de financiamiento científico y educativo y renovando casi completamente el equipamiento de infraestructura vial, sanitaria, energética y demás áreas.
Para todos los argentinos, el 25 de mayo del 2003 empezó una nueva vida. Casi como en 1810. Pero especialmente para los que menos tienen. No sólo porque empezó un proceso de sustancial mejora de sus ingresos, sino porque se inició una etapa signada por la decisión de los máximos responsables del país de continuar en un rumbo que tiene por objetivo la equidad social, el interés y la dignidad nacional.
Desde el 2003 se han creado en el país más de 3.200.000 nuevos puestos de trabajo. La desocupación, después de 14 años, descendió a un dígito. Un sueldo de 949 pesos, en mayo de 2003, pasó a ser de 1.631 pesos en septiembre de 2006, lo que representa un aumento del 72 por ciento.
La participación de los asalariados en el producto bruto interno subió desde 34,3 por ciento en el 2003 al 38,65 a fines de 2005, mejorando significativamente en el 2006 y, estimando, que hacia fines de 2007 alcanzará el 41,1 por ciento acercándonos al 50 de la presidencia de Juan Perón.
Logramos bajar la indigencia desde el 27,7 por ciento al 8,7; redujimos la pobreza desde casi el 60 por ciento al 26,9 en el segundo semestre de 2006. Y seguimos trabajando para bajarla del todo.
Como siempre será la historia la que dirá si estos dos aniversarios son equiparables, pero estoy seguro de que para los argentinos que hace apenas cuatro años pasamos por la experiencia de no saber si íbamos a poder dejar a nuestros hijos un país en funcionamiento, esta etapa que hemos vivido se parece mucho al nacimiento de una Nación.
(*) Presidente del bloque
de diputados nacionales
del Frente para la Victoria.
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