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viernes,
25 de
mayo de
2007 |
Formadores
de precios
Si cambiar meteorólogos nos evitaran furiosas tormentas, inundaciones imparables, olvidarnos del cambio climático que nos pisa los talones y otras catástrofes, ¿no sería bueno hacerlo? El poeta Raúl González Tuñón simplificaba el mundo en un versito que invitaba a los que veían la vida dura a echar veinte centavos en la ranura/… si quería ver la vida color de rosa. Esto que dejó dicho se cae por sí mismo pero tiene la intención de formular otra pregunta; ¿si cambiamos los enmarañados estadísticos del Indec no podría acaso detenerse el alza de los precios? Entre la primera y segunda interrogación existe una diferencia: las enfurecidas tormentas e inundaciones se ven, se sufren también, en tanto el aumento de precios se ve al final del cuento, cuando vamos a comprar. Para los precios juega la famosa mano invisible que actúa sigilosa pero traviesa; logra que, en el país de la carne y de las mieses, de las no menos famosas ventajas comparativas para producir alimentos, éstos aumenten todos los días por misteriosas razones que sólo podrían explicar sabihondos economistas y analistas. La mano invisible es sigilosa (¿será cierto?) pero soberbia, autoritaria; que nadie se entrometa en su mercado, que el Estado les deje hacer y nosotros ignotos y anónimos compradores menos todavía. Hay que reconocerles a esos formadores de precios que han tenido un logro importante: en cambio de discutir por qué aumentan escandalosamente la carne, la lechuga, la leche, el queso y tanto más, se puso en el blanco la información que elabora y suministra el Indec. Es cierto que este organismo no puede ser manejado discrecionalmente ni puede dar tal información que distorsione la realidad. Pero representantes de minoristas han declarado y reiterado que formadores de precios son algunas decenas de empresas que hacen el milagro de pagar miserias a los productores y cobrar caro a los consumidores, una intermediación nunca clara. Es cierto, también, que los que están del otro lado del mostrador, más los pequeños y medianos productores y los comerciantes, no tienen tantos medios a su disposición para cambiar el eje, el centro de la discusión. El Estado debe hacer, pero seguramente mejor. ¿Y los consumidores, la mayoría silenciosa, organizaciones sociales? También deberíamos hacer. Y tampoco caer en la trampa de no descubrir lo esencial.
Jaskel Shapiro
DNI 5.970.806
jshapiro @ ciudad.com.ar
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