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domingo,
13 de
mayo de
2007 |
Un alto jefe talibán murió en un enfrentamiento en Afganistán
Kabul.- El principal comandante de operaciones de los talibanes, el mulá Dadullah, fue abatido en un enfrentamiento en el sur de Afganistán, según confirmaron funcionarios de seguridad.
Dadullah lideró la mayoría de los ataques talibanes en el sur y se cree que organizó una serie de secuestros y algunas decapitaciones que le valieron el título del Al Zarqawi de Afganistán, en honor a un líder de Al Qaeda en Irak que murió en un ataque de las tropas de Estados Unidos.
“El mulá Dadullah ha muerto y su cadáver está en Kandahar”, dijo Saeed Ansari, portavoz del departamento de inteligencia. El gobernador de Kandahar, Assadullah Khalid, aseguró en diálogo telefónico: “Sí, él murió anoche y ahora tengo su cadáver frente a mí”.
Khalid sólo tuvo palabras de odio hacia Dadullah. “Era una bestia salvaje que no perdonó ninguna vida”, dijo, mientras los curiosos se amontonaban en su oficina alrededor del cadáver de barba negra y rostro desfigurado. La muerte del mulá Dadullah “debilitará definitivamente” a los talibán en el conflictivo sur del país, anunció el gobernador.
Otro funcionario de inteligencia dijo que Dadullah murió en un enfrentamiento con tropas afganas en la provincia de Helmand, al sur del país, durante la noche del sábado.
Dadullah fue uno de los diez miembros del consejo de jefes de los talibanes y era cercano al líder fugitivo del movimiento, Mulá Mohammad Omar.
En los últimos años hubo varios informes que aseguraban que Dudallah había muerto o que había sido captirado.
Si su muerte se confirma sería un duro golpe para los talibanes, que luchan por expulsar a los tropas extranjeras desde que fueron derrocados por una ofensiva liderada por Estados Unidos después de los ataques del 11 de septiembre del 2001.
Dudallah también sería el talibán de mayor rango que es abatido desde esa ofensiva.
En diciembre, las fuerzas lideradas por Estados Unidos mataron a otro talibán de alto rango, el mulá Mohammad Akhtar Osmani, en un ataque aéreo en el sur del país después de un aviso de Pakistán.
Un ser temible
La revista estadounidense Newsweek dedicó al mulá Dadullah un “retrato de la brutalidad”, la cadena británica BBC lo calificó como el “más temido de los comandantes talibanes”. Este hombre de unos 40 años se había convertido en el principal líder de la insurgencia en los campos de batalla del sur afgano. Se lo consideraba cruel, sanguinario e impiadoso.
El grupo terrorista del mulá Dadullah había llamado la atención del mundo por última vez en marzo de este año, cuando secuestró al periodista italiano Daniele Mastrogiacomo junto al reportero afgano Aymal Naqshbandi y su chofer. El líder insurgente intercambió finalmente la vida Mastrogiacomo con la liberación de cinco combatientes talibanes detenidos. Pero Naqshbandi y el chofer fueron decapitados, como antes muchos otros “enemigos” y presuntos espías de Estados Unidos. Dadullah ordenó incluso la filmación de varias ejecuciones.
La brutal reputación del mulá Dadullah lo precedió ya en los años 90, cuando comandó las fuerzas talibanes contra la Alianza Norte. Cronistas occidentales reportaron deserciones en las filas antitalibanes cuando Dadullah anunció por megáfono antes de un ataque que él era el único “comandante”. La pierna que perdió luchando contra las tropas de ocupación soviéticas en los años 80 no hizo mella en su combatividad, y volvió al campo de batalla con una prótesis de madera.
Su actuación en una masacre de hazaras -una minoría shiíta- en 1998 fue tan sanguinaria que el jefe supremo de los talibanes, el mulá Omar, tampoco famoso por su hipersensibilidad, le retiró presuntamente el mando. Pero Dadullah no pudo mantenerse mucho tiempo alejado del miedo que imponía desde su posición de poder. Sólo un año después, el mulá miembro de la tribu kakra de Baluchistán, en el suroeste afgano, luchaba otra vez en primera fila del frente.
Durante la ofensiva liderada por Washington tras los atentados del 11-S, el mulá Dadullah y sus tropas fueron acorralados por la Alianza Norte en la provincia norafgana de Kunduz. Según la leyenda que contribuyó a su fama de héroe entre los talibanes, rechazó entregarse y consiguió escapar. La versión menos glamorosa dice que sobornó a un líder de la Alianza Norte a cambio de un salvoconducto y dejó a sus tropas en la estacada.
El mulá Dadullah se abrió paso a través de Pakistán. En Quetta, la capital de su provincia natal de Baluchistán siempre señalada como refugio de la cúpula talibán, viven sus dos esposas y sus tres hijos, según Newsweek. En junio de 2003, el mulá Omar designó a su estrecho colaborador como uno de loz diez miembros del Consejo Talibán. La revista paquistaní Newsline aseveró en 2003 que Dadullah había iniciado en Baluchistán “una campaña de reclutamiento para la yihad”, la guerra santa, por encargo de Omar.
La campaña rindió sus frutos, y los talibanes se reagruparon. El año pasado, cuando Dadullah supuestamente regresó al sur de Afganistán, fue el más violento desde la caída del régimen talibán. Los éxitos de los rebeldes aumentaron la confianza del comandante Dadullah. En una entrevista concedida semanas antes de su muerte, anunciaba que los talibán ya no eran débiles: “Propinaremos una vergonzosa derrota a los judios y cristianos”. (Reuters y DPA)
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