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domingo,
13 de
mayo de
2007 |
“Un edificio histórico no se repara sólo para la foto”
“No por hacer un edificio más vamos a privar a nuestros nietos de lo que somos”. La frase tiene que ver con el actual boom de la construcción en Rosario, pero también con un proyecto que está avanzando en el país para crear una conciencia colectiva asociada a la historia de cada ciudad a la hora de planear preservaciones urbanas.
“La remodelación de un monumento histórico no debiera hacerse sólo para que salga bien en la foto”, apunta el arquitecto Rafael Perlo, un rosarino que desde hace diez años comenzó a desarrollar un programa de transferencia de tecnologías especiales orientadas al sector de la construcción.
En la actualidad participa activamente como consultor nacional e internacional de técnicas de la construcción y tratamiento de patologías en particular para el programa de recuperación de la obra pública y privada.
Es presidente de la Asociación Argentina de Recuperación, Consolidación y Construcción de la Argentina, y por invitación del Instituto Italiano para el Comercio Exterior fue miembro de la comisión de expertos y especialistas que expuso sobre urbanística y restauración, tecnología y experiencia italiana, con miras a su implementación en la recuperación del Centro Histórico de las ciudades peruanas de Lima, Arequipa y Cuzco.
Para Perlo, “hoy hay una falsa antinomia donde se piensa que si no se permite construir, las inversiones se van a ir a otra parte. Si esto fuera así las ciudades no podrían seguir creciendo”.
Opina que el Estado debe regular para que el crecimiento sea más ordenado, pero —aclara— que el patrimonio está donde está. “Puedo estudiar dónde poner lo nuevo, pero con respecto a lo viejo —si hay interés de identidad— tengo que tener una conducta”.
En ese sentido enfatiza: “Tiene que haber una política de preservación manejada por el área de preservación urbana que cree conciencia social”.
Y define prioridades: “Preservar lo bueno y fomentar el desarrollo, cuidando lo que tenemos. La preservación es un desafío que implica un compromiso superior con el saber hacer”, señala.
Además propone “hacer de la preservación una actividad económica que sirva”.
“Hoy —dice Perlo— se priorizan los plazos al bien de los edificios, porque no hay conciencia. El concepto básico de la preservación es, en primer lugar, no hacer nada, y que toda intervención sea reversible”.
Desde su concepción, “el bien es único y hay que protegerlo. Y la solución de cada bien es también única y específica”.
Perlo participó en los proyectos de intervención de varios monumentos históricos, y define esa tarea como “un traje a medida que pone en exigencia máxima al sastre”.
Además remarca que la intervención en el patrimonio urbano “implica un compromiso con el saber hacer superior, que el que hace una obra nueva no lo necesita”.
Perlo sostiene que “la intervención en un edificio no debe ser cosmética, sino ir al fondo del problema”.
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