Chubut

El sur también existe

La centenaria ciudad de Esquel ofrece distintas actividades para disfrutar el verano patagónico

En Esquel, ciudad centenaria recostada sobre la cordillera andina de Chubut, los veranos son templados, con mucho sol y pocas lluvias. En ella y en los pueblos cercanos de la Comarca de los Alerces se percibe la imponente Patagonia, región que combina historias y naturaleza.

Como destino turístico Esquel reconoce tres hitos principales: la creación del Parque Nacional Los Alerces en 1937; la llegada del Viejo Expreso Patagónico en 1945 y la inauguración del Centro de Deportes de Invierno La Hoya en 1974. Esquel —-con 35 mil habitantes y 2.200 plazas hoteleras— ya está impuesta como destino turístico nacional, mientras que cada vez son más los extranjeros que llegan a esta ciudad que emerge entre la meseta y la cordillera, y entre descendientes de los primeros colonos galeses y los pueblos originarios.

Los días cálidos se anuncian con el estallido de colores de las retamas y los cerezos, y con los pescadores que llegan desde el 1º de noviembre, cuando se habilita la temporada de pesca.

La abundante nieve del invierno originó mucha agua de deshielo trayendo truchas y salmones, la gran tentación de cañas y señuelos. Si bien la resiembra de truchas no está permitida en los ríos del Parque Nacional Los Alerces —para preservar la especie exótica— a las arco iris se las encuentra en gran cantidad.

Los guías dicen que están hambrientas y confiadas, lo que no ocurrire en febrero, cuando ya han sido atrapadas y devueltas al agua varias veces. “Es una cuestión de instinto”, explican los expertos.

Mientras tanto, ya está en marcha la excursión que comenzó a operar el verano pasado y que llega al mirador del Glaciar Torrecillas, que tiene un tramo navegable y otro de treking. El tramo navegable de 50 minutos parte desde Puerto Chucao hasta Puerto Nuevo, donde comienza la caminata que lleva hasta dos lagunas, del Antiguo y Torrecillas, desde las que se puede ver la majestuosa belleza del glaciar.

La caminata se hace por un cauce milenario, pleno de musgos y líquenes, helechos y cohiues, hasta llegar a un sitio que es preciso evitar, formado por moluscos y algas de colores. Del Glaciar Torrecillas, que está a 2.253 metros de altura, y del que aún se desconoce su patrimonio de hielo, proviene gran parte del agua del Lago Menéndez, un área que Parques Nacionales mantiene bien protegida por ser importante reservorio de agua.

Cabalgatas
Otra de las propuestas son las cabalgatas, que permiten galopar por la estepa y subir por angostos senderos de montaña. Para los menos intrépidos hay paseos de una hora, y para jinetes experimentados expediciones de ocho días, y una que cruza a Chile. Y por los encajonados ríos de montaña se puede disfrutar de descensos en balsas, duckies o kayak; el Corcovado y el Futaleufú tienen tramos con diferentes grados de dificultad.

Los paseos en el Viejo Expreso Patagónico, popularmente conocido como La Trochita, cuya trocha angosta es de apenas 75 centímetros, parten de Esquel y llegan a la estación Nahuel Pan, asiento de una comunidad mapuche. El convoy nació por la necesidad de unir Esquel, en Chubut, con Ingeniero Jacobacci, en Río Negro, un trayecto total de 402 kilómetros que dejó de funcionar en 1993.

Allí está el Museo de Culturas Originarias, en el que se venden artesanías, telares y prendas hechas con lanas de la zona, y donde se comen las tortas fritas que cocinan las mujeres. Otra excursión recorre el Parque Nacional Los Alerces, de 263 mil hectáreas, con su famoso alerzal, y el “lahuan” o alerce abuelo, de unos 2.600 años y 60 metros de altura.

Cerca de Esquel, a unos 15 kilómetros, esta la comunidad rural Río Percy, fundada en 1925 y actualmente habitada por 20 familias, un circuito que se realiza en compañía de jóvenes de la comarca.