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 domingo, 11 de febrero de 2007  
Chile
Aventuras en la selva valdiviana

Fabiana Monti / La Capital

Los amantes de la naturaleza pueden disfrutarla de dos maneras: caminándola o volándola. ¿Dónde? En el Parque Oncol, en plena selva Valdiviana, al sur de Chile. Son más de 750 hectáreas de árboles añejos, fauna y flora que el visitante dispone para deleiterse, como una opción en su recorrido por las tierras del vecino país.

A 22 kilómetros de la ciudad de Valdivia, la Forestal Valdivia SA, preserva 754 hectáreas del predio San Ramón, con fines de esparcimiento e investigación científica. El lugar es conocido como Parque Oncol. Allí conviven en el bosque valdiviano árboles y arbustos, donde se destacan el coicopihue, el canelo, las tepas, los coigües y los tineos. En ese marco conviven distintos animales como pumas, guiñas, zorros y el ya casi en extinción pudú. Además de pájaros como el cucao, el churrin, entre otros.

Para admirar esta belleza y recorrer esa biodiversidad, los visitantes pueden pasar el día o acampar. Para ello tiene el Sendero Oncol, cuya excursión tiene una duración de dos horas, comenzando por los 510 metros de altura para subir unos 200 más y llegar a la cima. En la caminata se combina el silencio con el sonido de los pájaros, la música ideal para el relax y el vigor necesario para el ejercicio físico.

En ese recorrido, la primera parada es el mirador Mariquina, desde donde se obtiene una excelente vista de Valdivia, siempre y cuando el sol acompañe, además de los ríos que rodean la región. Quince minutos más arriba, dos nuevos miradores brindan al caminante la posibilidad de contemplar la naturaleza: el Pilolcura y el Chaihuin, donde allí ya se puede observar la costa del océano Pacífico, mientras que a las espaldas es posible ver la Cordillera de los Andes.

Pero para los amantes del vértigo, otra posibilidad es avistar la selva desde las alturas. Para ello está el Canopy, que a través de un vertiginoso viaje a más de 800 metros de altura, cable de acero, poleas y arnés mediantes, permite al aventurero volar sobre la vegetación y sobreponerse al miedo a las alturas.


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