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 domingo, 11 de febrero de 2007  
Un barrio congelado por el miedo
La idea de ser herido o morir baleado está encarnada en los habitantes de un sector de zona sur

Leo Graciarena / La Capital

"En una ida o vuelta acá te pueden matar a balazos". Para los vecinos que se presentan como "laburantes", vivir en los confines de barrio Tablada y la villa Manuelita es un karma. Y las estadísticas les dan la razón: sólo en enero último hubo dos muertos y varios heridos. Las balaceras son algo de todos los días. El lunes pasado rociaron el frente de una vivienda con siete balazos de nueve milímetros en Necochea al 4100. Cualquiera haya sido la razón, que eso pase allí no asombra a nadie.

"Tenemos que vivir encerrados en nuestras casas. Los chicos no pueden andar por la calle porque en un cruce los pueden matar y si tenés la osadía de denunciarlos, al otro día, con suerte, sólo te balean el frente de la casa", contó una vecina con 20 años en uno de los pasillos de Manuelita. "¿Irse del barrio? ¿Adónde? ¿Quién te va a querer comprar una casa acá?", agregó otra mujer.


Crímenes y mutismo
La sensación de los vecinos que hablan sólo bajo reserva de identidad es que nada cambia en Tablada entre un homicidio y otro Todo está más o menos igual desde el crimen de Sergio Romero el 23 de junio de 2004 por el cual saltó a la luz pública el accionar de una gavilla delictiva bajo el amparo policial en Tablada y el de Marcelo David Monedita Núñez el 11 de enero último Te agradezco el interés pero vos mañana me ponés en el diario y a mí mañana me hacen pelota la casa Mirá cuántos son los vecinos que ya nos están mirando como si nada contó un hombre robusto con toda la impronta del que se la aguanta

Tablada es inmenso. Allí viven alrededor de 50 mil personas censadas. A las que se les debe sumar los migrantes que deambulan sin domicilio fijo. Villa Manuelita es sólo una parte de ese universo, pero todos aseguran que es la más caliente. Ese es el lugar -el cuadrado de Necochea, Ayacucho, Ivanowski y Garibaldi- al que en la policía llama "Camboya" o "Irak", y en el que una buena parte de los vecinos viven asfixiados por una lucha entre bandas por el control de la venta de drogas. Es justo en el límite de las vecinales 22 de Julio y la acéfala Cura Brochero. Casas bajas, humildes y pasillos ramificados para llegar hasta las entrañas de la villa.

"Vivo encerrada en mi casa porque ni siquiera se puede estar en el patio. Hay que ver lo poderosas que son las armas que tienen estos pibes. No podés ir ningún lado, porque te roban. En la calle por ahí ligás un tiro de rebote. No te podés ir del barrio porque ¿quién va a querer vivir acá?", cuenta una mujer de 46 años y 20 en el corazón de Manuelita. "Da miedo salir al pasillo", explica. La doña tiene tres hijos de entre 28 y 20 años y ocho nietos. El más grande tiene diez años "y cuando oye un disparo quiere salir a mirar, de curioso. ¿Y si me lo matan?", dice con angustia.

"Para irte del barrio tenés que encontrar primero a alguien que te compre la casa. El hombre de adelante (del pasillo que da a calle Colón) vendió su casita en 10 mil pesos al contado", contó una vecina conmovida por la suma de la buena venta. La casa en cuestión, humilde y de material, ocupa casi la totalidad de un terreno de 10 metros por 15. Esa vivienda en otro barrio fuera de los bulevares podría costar hasta tres veces más.

Todas las historias en Tablada parecen tener elementos de contacto. Hablan del deseo de una buena vida, algo muy cercano al sueño; de la lucha día a día por escapar de la pobreza; de la muerte ligada al azar y de temer por la suerte de los familiares más jóvenes. Todo matizado por pequeños triunfos: un colectivo que pasó a horario, un taxista que se conmovió al ver salir a un vecino de un hospital y los llevó más allá de la zona roja y cosas de ese calibre.


Manual de supervivencia
Hay casos de chicos que la familia manda a vivir a otro lado Una amiga mandó a su hijo de 16 con la hermana que hace varios años que vive en Córdoba ¿ Qué voy a esperar que lo maten ¿ Qué va hacer acá en el barrio un pibito que estudia Me lo iban a matar a la ida o la vuelta me contaba angustiada confió una militante social con años en el barrio La droga lo pudrió todo Marihuana y coca entre los grandes y la bolsita con pegamento entre los chicos Esa es la definición de lo que pasa comentó la mujer

"Acá hay dos símbolos del estancamiento y la regresión. El cuadrado de Biedma, 24 de Septiembre, Grandoli y el río; y villa Manuelita. La salida es muy simple: hay que abrir las calles para que desaparezcan los pasillos. Hay que poner a funcionar otra vez la vecinal Cura Brochero y que la policía se vea en la calle. Acá no hay secretos", dijo como síntesis, otro vecino que vive en la frontera.
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La zona cercana a Grandoli y Seguí.

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