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domingo,
11 de
febrero de
2007 |
Un símbolo que resurge de las cenizas
El incendio que devastó la Facultad de Derecho fue uno de los hechos más lamentables en los últimos años de la historia de la ciudad. La destrucción de tan valioso patrimonio arquitectónico por la acción de vándalos que confundieron su legítimo derecho a reclamar con la total carencia de respeto por el prójimo se constituyó en una mancha que sólo la generosa respuesta de los gobiernos nacional y provincial, junto a la propia comunidad universitaria, han conseguido en parte subsanar.
Tras la destrucción causada por el fuego llegó la restauración del edificio, aunque aún reste un buen trecho para su culminación. Pero los pasos adelante que se han dado resultan perceptibles y merecen tanto el elogio como el estímulo.
El criterio bajo el cual se ha trabajado se sostiene sobre el concepto de la preservación de las características originales de la construcción, que incluye numerosos aspectos de índole artesanal. Y así el excepcional inmueble resurge de las cenizas y sin que jamás se haya interrumpido el dictado de clases.
Rosario es cada vez más consciente de la necesidad de preservar su identidad. La reactivación modifica la fisonomía de una ciudad joven, cuya historia está en gran medida por hacerse. De allí que cada testimonio del pasado merezca ser tratado con el valor que tiene: la Facultad, emblema de épocas lejanas, debe ser reconstruida en el lapso más breve. Ojalá aparezca con celeridad el apoyo material que se necesita para concretar tan trascendente propósito.
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