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domingo,
11 de
febrero de
2007 |
Santa Fe, ante una oportunidad histórica
Héctor García Solá
El comicio para elegir gobernador en septiembre es porque circunstancias de fondo así lo diseñan y a la vez lo condicionan. No obstante, el debate hasta la fecha no ha pasado de los aprestos preelectorales básicamente referidos a la selección de las candidaturas, excepto en el caso del doctor Binner que desde hace rato encarna al candidato natural de la coalición socialista, parcialmente radical, demoprogresista, arista y comunista, aunque desde allí para abajo todo el resto se encuentre en negociación.
Lo del justicialismo es más precario, no sólo porque a esta altura no tiene seleccionado a su candidato, sino porque todavía continúa elaborando el duelo por la derogación de la ley de lemas y por la negativa de Reutemann a postularse. Pero además porque carga con un dato de la sociología electoral que no es despreciable: siempre es mucho más fácil oponerse a algo que bregar por la continuidad de lo mismo, aunque esta continuidad aparezca racionalmente como la única garantía para pavimentar la conquista del futuro.
Pienso que exclusivamente pesa sobre el justicialismo el trabajo de desmaquillar y de "centrar" los términos reales de lo que se juega y de cuánto se juega en la competencia por el Poder Ejecutivo y, tanto más, el de masificar que su rol electoral pasa por la afirmación de que constituye la póliza de seguro política para que no se erosione una oportunidad histórica como la que hoy atesora Santa Fe.
Lo que llamo la "oportunidad histórica" significa que se encuentran reunidas las condiciones que ubican a Santa Fe en el "living" de un gran salto desde el crecimiento al desarrollo, y lo que llamo la garantía política del justicialismo significa que éste, por su textura social y por lo que hereda, constituye la única opción con obligación y a la vez con aptitud para hacer suyas las tendencias, profundizarlas y consumarlas.
1)
El gobernador Obeid que le debe su instalación a la ley de lemas comprometió desde el arranque de su gestión su derogación y ejecutó el compromiso político Si hubiera querido soslayarlo le habría bastado con refugiarse en el fallo del máximo tribunal de Justicia del país que convalidó la constitucionalidad de la ley de lemas No obstante se aferró al cumplimiento moral de la palabra
Un sector decisivo de legisladores provinciales a su momento propició la reforma constitucional para posibilitar la reelección del actual gobernador. El mismo Obeid liquidó de cuajo la iniciativa afirmando que la Constitución de 1962 por la que había jurado prohibía la reelección. Durante 2006 los medios de gran tiraje y audiencia desplegaron una intensa campaña contra la que denominaron la "degeneración reeleccionista", pero el contraste categórico ocurrido en Santa Fe no recibió mayor prensa.
En la Nación y en la mayoría de las provincias se mantienen los regímenes de emergencia económica que, en esencia, implican la subordinación de los derechos económicos y contractuales de los particulares a las necesidades de los Estados. En Santa Fe se ha derogado la ley general de emergencia económica que con distintas intensidades rigió desde 1991.
No se tiene noticia de denuncias razonablemente fundadas o de actos detonantes de corrupción durante la actual administración provincial, lo que no implica asegurar que no anidan focos corruptos en ninguna de las escalas administrativas. Lo trascendente es que Santa Fe, por la ejemplaridad desde arriba cultivada por Reutemann y Obeid, debe ser el distrito nacional que más se acerca al cumplimiento de la Convención Interamericana contra la Corrupción que compromete formalmente al derecho público argentino.
De los cuatro rubros básicos repasados, se desprende con objetividad que la provincia de Santa Fe no registra actualmente ningún problema político que merezca racionalmente calificarse como tal y que condicione la legitimidad y el funcionamiento de sus instituciones. Y si algún exquisito quiere hacer cuestión mayúscula de la autonomía municipal basta con la sanción de una buena ley orgánica de municipalidades sin la fastuosidad de una reforma constitucional carente de prioridad y onerosa.
Sorprende, en cambio, que el justicialismo no aprecia la conclusión que se genera del repaso, y que puede reivindicar legítimamente como de su construcción.
2)
Durante los tres años y medio que lleva de gestión el gobierno de la provincia no ha incrementado las alícuotas de sus impuestos pese a la significativa revalorización de las bases y hechos imponibles no ha incrementado la relación razonable entre habitante y empleado público por tercer año consecutivo tiene un superávit fiscal promedio de 400 millones por año y cerrará 2007 con un resultado financiero positivo mayor a los 300 millones
Estos actos y números registran dos tendencias contundentes, una coyuntural y otra estructural: la primera, el próximo gobierno, cualquiera sea su genética coalicionista o partidista, recibirá de la administración justicialista una hacienda fecunda que le permitiría vivir "de rentas" durante un buen tiempo.
La segunda, estructural, es la que debe importarle prioritariamente a los santafesinos, porque ella significa la consciente dirección de la política impositiva del poder político no sólo para no entorpecer sino para auspiciar y alentar el proceso de acumulación, de inversión y de reinversión sistémicos que debe transitar cualquier sociedad que se proponga el desarrollo.
En este capítulo sobresaliente y definitorio, los justicialistas de Santa Fe tendrían que desafiar públicamente a la coalición que lidera el socialismo a que se comprometa durante cuatro años a no aumentar las alícuotas impositivas y a no inventar nuevos impuestos. Por la misma heterogeneidad ideológica de la coalición, dudo de una hipotética respuesta inequívocamente positiva.
3)
En mi cálculo Santa Fe ha pasado a constituir proporcionalmente la primera provincia exportadora argentina cerró 2006 con exportaciones por 8.570 millones de dólares el doble de hace cuatro años contra los 18.000 millones de dólares exportados por la provincia de Buenos Aires con una superficie total equivalente a tres Santa Fe y una población que supera cinco veces a la de nuestra provincia. El ritmo de crecimiento anual de las exportaciones santafesinas fue superior al de Buenos Aires (11% contra 15%).
Creo que la excelente perfomance exportadora santafesina debe ser interpretada dinámicamente y tendencialmente sin las viejas prevenciones acuñadas en el crónico deterioro de los términos del intercambio, básicamente por tres factores que pueden concurrir para diseñar una plataforma inéditamente favorable:
Es conocido que uno sólo de los dos grandes jugadores incorporados al comercio mundial, China, en el 2020 será el mayor importador mundial de alimentos abriendo para la agrotecnología y la agroindustria un panorama calificado como "exuberante". Santa Fe, si sus dirigentes políticos lúcidos renuevan la conducta correcta y no entorpecen, puede ser el primer coprotagonista argentino en cantidad y en calidad, aún cumpliendo la regla de oro que dicta que para ser fuerte exportador se debe ser fuerte importador.
Aunque se considere voluntarista, el optimismo del sagaz presidente Lula da Silva vaticinando que en 3 ó 4 meses se llegará a un acuerdo para eliminar o atenuar los subsidios de los Estados Unidos y de la Unión Europea a sus agriculturas (ronda de Doha), lo racional que se desprende de la reunión de los líderes mundiales que acaba de concluir en Davos reside en la visión compartida de que no da para más la contradicción entre el fundamentalismo de la libertad de mercados y las barreras que los países ricos imponen al ingreso de las producciones primarias y los alimentos. Huelga agregar que cualquiera fuere el grado de innovación positiva que se produzca, Santa Fe -primera productora de soja en la región centro; primera productora de trigo, de maíz y de girasol en la región; primera industrializadora en todo el país de oleaginosas; primera en capacidad montada de almacenaje; primera en la industria de maquinarias e implementos agrícolas; segunda productora detrás de Córdoba de productos lácteos y con puertos de salida que embarcan el 25% de las exportaciones- resultaría la provincia más favorecida por las nuevas reglas del comercio mundial.
Tiene que tenerse por irreversible la tendencia con escala mundial del reemplazo de los combustibles de origen fósil por los biocombustibles y el traslado de la tendencia a Santa Fe, sin ningún grado de utopía, debe leerse como la transformación de una provincia compradora y distribuidora a una provincia productora de energía. Es ampliamente elogiable la decisión del gobierno provincial "picando en punta" en la regulación legal de la producción de biocombustibles, con un proyecto muy superior al sancionado en el 2006 por el Congreso nacional, porque en Santa Fe será "la ley" la que eximirá de todos los tributos provinciales y comprometerá créditos subsidiados a las empresas generadoras de biodiesel, bioetanol y biogás.
¿Qué significan, en una visión política global acertada, los tres factores enunciados sumados a la excelente perfomance exportadora de la provincia en el 2006?
4)
Distinguiendo como corresponde lo que es construcción de infraestructura de lo que es obra pública, en ningún tramo desde su organización constitucional moderna Santa Fe ha registrado el conjunto de encaramientos verdaderamente estructurales como el que actualmente la provincia (por sí o con la Nación) tiene concluidos, o en curso de ejecución, o iniciados, o licitados, o en un estado de avance proyectivo serio que no admite marcha atrás.
Si durante los años inmediatamente venideros se consuma el 70% de los encaramientos de esa categoría, Santa Fe incorporará a su patrimonio productivo decenas de millones de hectáreas, transformará notablemente su infraestructura de comunicaciones nacionales e internacionales, ahorrará millones de pesos en fletes, sumará y calificará sus prestaciones de salud pública, abrirá el circuito virtuoso de la educación para cientos de santafesinos excluidos o relegados y hasta cambiará su paisaje físico.
Hasta aquí la síntesis de lo que considero básico exaltar sobre la significación de los comicios de septiembre, pero también para un mensaje pretendidamente conclusivo a los dirigentes y militantes justicialistas desde el enfoque de un veterano que aborrece los lamentos nostalgiosos por lo que pudo o debió haber sido y no fue.
Nunca como ahora, en todo el curso de su accidentada historia, la actual generación justicialista de Santa Fe ha gozado de la oportunidad de un discurso electoral tan categóricamente referenciador y tan fundadamente indicativo del futuro como el que hoy tiene para su transmisión masiva.
Sería un error dirigir este discurso afirmativo exclusivamente como una invitación a la reflexión por islas cautivas o políticamente indecisas. El discurso debe ser directamente militado, discutido y esclarecido en las clases y sectores sociales de Santa Fe, porque éstas maduramente saben que, más allá de la contradicción natural de sus intereses sectoriales, solamente el salto del crecimiento al desarrollo les asegura que las contradicciones se desenvuelvan y se califiquen en el escenario de un potente mercado interno y de una potencia exportadora que demandará tecnología, salud, educación, industria, comercio y servicios.
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