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domingo,
07 de
enero de
2007 |
Pequeño perfil del navegante
Aunque haya gente con mucho dinero, Rosario no es Buenos Aires, y la navegación sobre sus aguas aledañas es un ejemplo. La comparación, aunque suene rimbombante, se revela en detalles triviales: por estas tierras no es frecuente la contratación de personal como tripulantes -algo más que habitual en ciertos círculos porteños- y no abundan los superyates.
"Acá se ven propietarios de distintas clases sociales; es más, en muchos casos se juntan dos o tres para comprar y mantener una embarcación", sostuvo Blati, convencido de que "yates importantes, de 15 o 20 metros de eslora, no son moneda corriente" en estas alturas del Paraná.
Similar percepción, pero negativa, tiene Hernández. Para el instructor, en Rosario faltan tripulantes (incluso es muy baja esa demanda), marineros, muelles y gente que ayude a amarrar en los pocos que existen. En síntesis, hay un déficit de infraestructura náutica y de personal especializado.
Paradójicamente, crece el número de alumnos en los cursos, que se reparten entre cuatro categorías: de conductor náutico, timonel, patrón de yate y piloto (ver aparte). Esa capacitación corre por cuenta de entidades privadas. En Rosario, se encargan el Yacht Club (cerrado para socios), el Club de Velas, Náutico Avellaneda, Regatas, el Círculo de Patrones de Yates y el Automóvil Club Argentino.
Entre los más concurridos está el Náutico Avellaneda, justamente el lugar donde enseña Hernández. Por eso, el docente dijo que los cursos más populares son los que instruyen como conductor náutico y timonel, con unos 50 alumnos por cada curso y por cuatrimestre.
A esas clases, según cuenta, asiste una mayoría de profesionales, "gente de clase media y media alta", y sobre todo de mujeres, que rondan entre el 60 y el 70 por ciento de la matrícula, "una tendencia semejante a la que se revela en la universidad".
La meta no siempre es deportiva, sino muchas veces social y hasta afectiva. "Mucha gente llega ansiosa por encontrar un grupo de pertenencia o de amigos", relata el instructor. Cuando no, directamente, un amor.
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