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sábado,
30 de
diciembre de
2006 |
Cuestión de género: Carolina Scotto, el triunfo de una mujer universitaria
Matías Loja / La Capital
Los últimos meses del año muestran a las universidades públicas argentinas inmersas en procesos de elección de sus autoridades. El caso de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA), que tras más de 8 meses de demora, finalmente logró recientemente elegir al binomio Hallú-Sorín como máximas autoridades hasta el 2010 es, tal vez el caso más resonante.
Producto de pujas político-partidarias, acuerdos académicos y la irascible actitud opositora de los estudiantes de la universidad más grande del país nucleados en la Fuba (Federación Universitaria de Buenos Aires) ganaron las tapas de los principales diarios nacionales.
Pero casi en los mismos días, la otra gran universidad del país, la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) eligió el pasado sábado 16 de diciembre a Carolina Scotto como nueva rectora.
Doctora en filosofía e investigadora del Conicet, Scotto arriba al rectorado de la casa de altos estudios más antigua del país (fundada en 1613 por impulso del obispo jesuita Fernando de Trejo) tras haber sido decana de la Facultad de Filosofía y Humanidades de esa universidad.
Logrando derrotar una vieja alianza política instalada en la institución cordobesa, Carolina Scotto, secundada por Gerardo Fidelio, llega así al rectorado con el apoyo de distintos sectores de la comunidad académica, logrando imponerse al oficialismo por 177 votos contra 49. Una victoria a la que ella misma calificó como el triunfo “de una mujer universitaria”.
De esta manera, la investigadora se convertirá desde el próximo 26 de abril, y por un período de tres años, en la primera mujer en ocupar el máximo cargo en casi 400 años de vida de esa casa de estudios. El dato no es menor, máxime teniendo en cuenta que tan sólo cuatro de los 38 rectorados de las universidades públicas de la Argentina son ocupados hoy por mujeres.
María Victoria Gómez de Erice en la Universidad Nacional de Cuyo, Ana Jaramillo (Lanús), Estela Pérez de Bianchi (Salta), y Teresa Vega (interina en la Universidad de Comahue) son hoy las mujeres que llegaron a la máxima autoridad en las universidades públicas del país. En las privadas, la única presencia femenina en el rectorado se da en la Universidad John F. Kennedy, con María Elisa Herren de David.
“Esta elección refleja una realidad clara, como es la enorme y valiosa participación de las mujeres en la vida universitaria”, expresa a La Capital la flamante rectora de la Casa de Trejo, sobre la nueva etapa que la tendrá como protagonista.
—Hace más de 8 décadas, la UNC era gracias a la Reforma del 18, una guía para todas las universidades latinoamericanas. ¿Qué queda hoy de ese espíritu reformista en la institución que recibe?
—Encontramos una universidad alicaída, deteriorada en algunas áreas, sobreviviente en otras, pero sobre todo, una institución desdibujada en su valioso perfil histórico y en su enorme potencial actual. Justamente, un eje de nuestra propuesta será devolverle a la Universidad Nacional de Córdoba su imagen de una institución presente, activa, con capacidad transformadora tanto en el pensamiento crítico como en las acciones concretas, abriendo las puertas de la comunidad académica hacia una interacción más desprejuiciada y generosa con la sociedad. Recibimos también una universidad marcada por conflictos internos cristalizados, con una cultura política autoritaria en los máximos niveles del gobierno y una cultura política de signo contrario en la inmensa mayoría de la comunidad universitaria. Confiamos en que no será difícil revitalizar los fundamentos de la democracia universitaria, fortaleciéndola mediante la aprobación de algunos proyectos que la harán más sólida, como las limitaciones en la reelegibilidad de los mandatos, elecciones directas de representantes docentes en el Consejo Superior y ciudadanía universitaria amplia para lo profesores, aún en aquellos sin concurso en condiciones de contratados o interinos. También proponemos una reforma, que tendremos que analizar en profundidad, acerca de los mecanismos para la elección de autoridades unipersonales. Estas y otras propuestas se asentarán en una gestión transparente y activa de los asuntos públicos.
—Las universidades ganan los titulares de los diarios en torno a sus conflictivos procesos electorales. ¿Qué escenario presenta ésto ante la sociedad?
—El escenario de conflictos políticos de muy difícil resolución, cuyo caso más paradigmático ha sido la crisis de la UBA, revela una crisis profunda en la relación entre las comunidades y las normas por las que se eligen y rigen sus poderes políticos, en la credibilidad misma de las instituciones y las representaciones, en el abismo existente entre las demandas sociales y las repuestas gubernamentales. En fin, problemas similares a los que se presentan en otros ámbitos institucionales. La única manera de resolverlos es devolverle a la política universitaria seriedad, credibilidad, racionalidad y compromiso. Cualidades que no han caracterizado a las dirigencias políticas en estos últimos años. Quienes hemos tenido y tenemos responsabilidades mayores, debemos encarar estos problemas con valentía, responsabilidad y mucha decencia. Tan grave es la crisis, que muchas conductas ejemplares no alcanzan para recuperar la confianza. Hace falta tiempo, esfuerzo y una apuesta seria en la defensa de las universidades públicas, sin cuyo aporte no tenemos futuro.
—El rectorado en manos de mujeres ya se da en varias instituciones. ¿Tiene rasgos distintivos en este proceso en la universidad cordobesa?
—Creo que sí, porque se trata de una de las grandes universidades y además, la más antigua. Pero hay que recordar que hace apenas una década conseguíamos aprobar la inclusión de mujeres en un tradicional colegio universitario, el Monserrat, superando una vergonzosa reacción tanto de los varones prejuiciosos como de los sectores conservadores que fueron parte esencial del proyecto institucional de ese colegio, como también de otros reductos conservadores de nuestra universidad. Aquí no hubo una reacción negativa similar, sino, al contrario, la expresión de un enorme entusiasmo que esperamos sea además contagioso. Pero por otro lado, esta elección refleja una realidad clara, como es la enorme y valiosa participación de las mujeres en la vida universitaria.
—Distintos informes advierten que los cargos jerárquicos de la ciencia y la universidad son ocupados, en su mayoría, por varones. ¿A qué atribuye que continúe este fenómeno?
—Principalmente, a una cultura fuertemente machista. Hace unos años la respuesta tendría que ser más sofisticada, incluyendo las actitudes negativas de las mujeres moldeadas en una cultura machista, y antes aún, en el escaso número de mujeres desarrollando plenamente sus capacidades en la universidad. Hoy no hay excusas, sabemos que hay mujeres muy capaces en nuestras universidades, sólo necesitan ser convocadas generosamente, y por supuesto, que ellas mismas se atrevan.
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Para la flamante rectora electa de la Universidad de Córdoba su arribo refleja la participación femenina en la academia.
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