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domingo,
24 de
diciembre de
2006 |
[lecturas]
Un curioso sistemático
Stella Maris Brunetto
Ciencia. A más cómo, menos por qué, de Jorge Wagensberg. Tusquets Editores, Buenos Aires, 2006, 189 páginas, $ 29.
"Una plaga siempre muere de éxito" reflexiona Jorge Wagensberg, en una de las 757 frases que abren una de las últimas entregas del autor y que por sí sola justifican su edición. Investigador que ha incursionado en paleontología, biofísica o termodinámica y hombre de acción al frente de Cosmocaixa, el Museo de Ciencias de "la Caixa" en Barcelona, Wagensberg se las apaña para extraer de sus recorridos científicos una interesante cantidad de temas y tópicos que analiza y cuestiona, preguntando y preguntándose sobre cuestiones tan diversas como lo bello, la simetría o el número.
Muy poco parece serle ajeno a este autor del que esta colección ha publicado otras obras similares en contenido y pretensiones, como la más extensa "La rebelión de las formas" o "Ideas para la imaginación pura", instaladas en las librerías en un rubro difícil de describir que se ubica a mitad de camino entre la reflexión filosófica y la divulgación científica.
"A más cómo menos por qué" se divide, muy acertadamente, en dos partes con objetivos diferentes y complementarios: comprender y conocer. En la primera impera la forma aforística para explicar o compartir en pocas y bien elegidas líneas, una serie de pensamientos y reflexiones. Y también arriesgar hipótesis o permitirse jugar con algunas frases célebres a las que da una vuelta de tuerca. Como la famosa de Einstein "Dios no juega a los dados", a la que contrapone "Dios juega con los dados cargados".
Los agnósticos, los creyentes, los escépticos, los desvelados por las exactitudes científicas pueden encontrar en estas cortas frases una amplia gama de conclusiones extraídas de las ciencias, las artes, la religión o el entorno de este mundo globalizado y antiecológico.
La segunda parte propone, en cambio, conocer y esta actividad requiere, según Wagensberg, desarrollos más extensos que se despliegan bajo los mismos títulos de la primera parte. Sin caer en repeticiones ni excesos, se amplía lo bosquejado previamente: la palabra, el cambio, lo singular, las construcciones y fronteras de un mundo que es visto por los ojos de quien se declara un curioso interrogador de todo lo existente.
Aunque el libro es disfrutable en su totalidad y cada quien encontrará zonas más o menos cercanas a su interés, conocimiento o sensibilidad, donde Wagensberg se hace más fuerte y despliega todo su caudal de saberes es en los temas cercanos a su universo científico, cuya exploración le resulta una aventura fascinante. "En ciencia, como en la vida misma, todo está siempre inacabándose", dispara como para bajar del podio triunfante a ese cosmos que constituyen las disciplinas académicas.
Resultan así imperdibles capítulos como el dedicado a la evolución que aborda a partir del sencillo ejemplo de una cabra extinguida o el destinado a recorrer la clasificación de los números que finaliza con una recapitulación sobre las funciones de cada clase.
En el prólogo se avisa a los lectores sobre la intención final del libro: hacer que las cosas y los fenómenos aparezcan conectados, relacionados tal como lo están en la realidad y no situados en compartimentos estancos, divorciados unos de otros. Un intento de volver a un esquema casi renacentista de visión de un mundo que debería mirarse con un propósito de integración.
Una mención aparte merecen las portadas de esta colección: cada una de ellas está ilustrada con texturas fotografiadas ( en este caso, ondas dulces contra ondas saladas en una playa de Brasil) lo que le da un encanto extra a este intento muy logrado de comunicar, hacer comprender e invitar al diálogo con el ambiente.
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Desacartonado. Wagensberg convierte en aventura la exploración del universo científico.
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