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 domingo, 24 de diciembre de 2006  
Viajeros del tiempo

¡Así no se hace patria! Cuando en Chile se llama a los conscriptos, ninguno falta, y por eso tienen un ejército disciplinado y completo. Es que allí el patriotismo es bien entendido en las masas populares y hay energía en el gobierno para hacer respetar las disposiciones. Compárese esto con la indiferencia que mostramos nosotros: a las filas de la guardia nacional concurrió apenas un 50 por ciento de los que debían figurar; no apreciamos la importancia del tiro al blanco y los polígonos están casi siempre desiertos, y cuando se estableció el sorteo de conscriptos gran parte de los que sacaban la bolilla negra movieron influencias para escapar de sus consecuencias o bien se escondieron para burlar los efectos de la ley en vigencia. En vano la prensa censuró esta falta de entusiasmo incomprensible en un pueblo que ha dado mil veces prueba de valor cuando la dignidad nacional lo exigía, ya que los sorteados no respondieron al llamado de la patria. Ahora mismo la provincia de Mendoza debió entregar 65 soldados y sólo se presentaron 11; Buenos Aires 481 y apenas entrega 89 y Jujuy 30 y no se presentó ninguno. ¿Se quiere algo más desconsolador? La Argentina necesita un ejército numerosos y bien organizado, cueste lo que cueste. Es un sacrificio que ningún ciudadano si tiene sangre de patriota en sus venas debe rehusar. ¡Cómo gozarían los chilenos si viesen que en vez de acudir hombres a nuestras filas sólo acuden ceros! No, hay que reaccionar, y si no que nuestras leyes establezcan que todos, y sin distinción de ningún género, revistan en las filas.

Marineros desertores. Cuatro marineros de la barca inglesa “Lovissay” fueron apresados por la ayudantía marítima suponiéndose que fueran desertores porque bajaban con sus ropas de a bordo sin permiso ninguno. De estos cuatro, tres eran desertores, según lo comprobado, y el instigador que los llevaba a la fonda de Carlos Expósito (a) “Carlucho”, ha sido multado. Los marineros desertores volvieron al barco.

El riego y barrido de las calles. Llamamos la atención de la Intendencia respecto a que la operación de riego de las calles se hace en las primeras horas de la noche, mientras que la de barrido se efectúa en la madrugada, cuando las calles están de nuevo enteramente secas. Los efectos de esta práctica produce que el paso de los carros barredores alza compactas e insuperables polvaredas que ponen al transeúnte en la necesidad de huir corriendo o verse envuelto por una nube en que bullen toda clase de miasmas. También las casas de la vecindad se llenan de tierra, ya que las altas temperaturas obligan a dejar abiertas ventanas y celosías. Consideramos como norma elemental de convivencia que los carros que barren deben seguir la pista a lo menos con una hora de intervalo a los carros que riegan.

Investigación y realización Guillermo Zinni ©

La Capital 1900/1905
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