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 domingo, 24 de diciembre de 2006  
Para beber
Cepas de Luxemburgo

No, no voy a escribir nada sobre qué tomar para las fiestas, seguro que a esta hora todas tienen listas las botellas en la heladera. Acuérdense de no poner los espumantes en el freezer que tanto frío de golpe los perjudica. Además, supongo que ya habrán leído sobre el tema en una infinidad de publicaciones que supieron bombardearnos con notas alusivas, así que prefiero pasar de largo.

Dicen que los argentinos volvimos a poner nuestra mira en el exterior, y por esa razón los pasajes están agotados hasta no sé cuándo. Pensando en quienes tienen la suerte de poder pasear por Europa, elegí este diminuto país, que no es de los destinos más visitados, de hecho es pasado de largo en casi todas las excursiones, aunque en el imaginario pueda surgir como el bello escenario de un cuento. Lo que ocurre es que al Gran Ducado de Luxemburgo se lo relaciona casi inevitablemente con el mundo de las finanzas, con uno de esos paraísos para hacer inversiones, pero lo que no pasa nunca es que se lo tome en cuenta como proveedor de vinos. Y, sin embargo, pueden resultar una buena sorpresa.

Desde hace unos 30 años la industria ha progresado no sólo en lo que a cantidad se refiere, sino también en cuanto a la calidad. Al tiempo que ha disminuido el número de bodegas particulares, en la actualidad el 70% de la producción está en manos de bodegas cooperativas. Las variedades principales que se cultivan son la rivaner o müller-thurgau, la riesling, la pinot auxerrois, la pinot gris, la pinot blanc y la elbling. De estas cepas surgen vinos ligeros que se utilizan como base para los espumosos. La producción luxemburguesa está constituida por un 90 de vinos blancos, tanto tranquilos como espumantes, y un 1% de tintos hechos con pinot noir.

En 1935 se creó la Marque Nationale, lo que equivale a una Denominación de Origen Controlada, que se le otorga a los vinos después de una cata de todas las barricas de la bodega. Dos meses después los propietarios deben pedir una segunda clasificación. Los vinos catados por un jurado son calificados sobre 20 puntos: de 14 a 16 se convierten en vins classés, de 16 a 18 en premiers crus, y de 18 a 20 en grands premiers crus. Los que obtienen menos de 14, deben conformarse con llevar sólo la denominación Marque Nationale.

A modo de guía, estas son a grandes rasgos las características de cada vino como para que elijan si se sientan a comer algo por esos pagos a disfrutar de su gastronomía. Elbling, lo recomiendan como un vino para todos los días, un blanco robusto, de bajo contenido alcohólico. Rivaner es la segunda opción para la mesa cotidiana, y el que ostenta el primer lugar en las exportaciones, blanco muy aromático y de baja acidez. Auxerrois, elegante, frutado, es el que muestra menor acidez, con un bouquet muy pronunciado que lo hace rápidamente reconocible, indicado para cualquier hora del día.

Pinot Blanc, es lo que podríamos denominar un vino neutro, aconsejado para acompañar platos en base a pescados. Se presenta como muy balanceado y de extraordinaria frescura. Ruländer o Pinot Gris, el de mayor nivel alcohólico de los vinos del Mosela. Debido a que presenta un cuerpo encomiable y aromas inconfundibles se lo sirve como aperitivo o después de la comida, y también para acompañar carnes rojas. Riesling, conocido en esta tierra como el Rey de los Vinos, es elegante, fino, de noble bouquet y frescura. Gewürztraminer, sobresale por su delicadeza y sus aromas florales y especiados, con excelente presencia tanto en nariz como en boca, rico en alcohol y se sirve principalmente como vino de postre o para acompañar quesos. Pinot Noir, utilizado para elaboración de tintos, sorprende por su elegancia y sus aromas a frutas.

Sólo unos datitos, después de todo es bueno viajar aunque sea con la imaginación y pensarnos sentadas en unas lindas mesitas al aire libre probando cosas distintas. Ese es mi regalo, soñar. ¡Feliz Navidad para todas!
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