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 domingo, 24 de diciembre de 2006  
Los barrios de Tokio, condenados a desaparecer
El auge de la construcción en la capital japonesa, con sus 35 millones de habitantes, asfixia los espacios libres

A la sombra de la torre Tokio en el corazón de la capital japonesa, Masakazu Shirai baja las escaleras desde su departamento hacia su taller a las 8 de la mañana todos los días, para comenzar su trabajo como fabricante de colchonetas tatami.

La vida en el conurbano más grande del mundo, hay aproximadamente 35 millones de personas en Tokio y sus alrededores, puede evocar una pesadillesca imagen de maratónicos viajes diarios entre anónimos edificios de departamentos y oficinas.

De hecho, un paseo por detrás de los altísimos edificios con frecuencia revela uno de los muchos barrios con sus propias escuelas, negocios y restaurantes.

Los vecinos se conocen entre sí y realizan sus quehaceres diarios a pie o en bicicleta.

"Mucha gente ha vivido aquí por mucho tiempo", dice Shirai, de 54 años, cuya familia ha hecho revestimientos tradicionales para suelos en el mismo lugar en Higashi Azabi por cinco generaciones, vendiéndolos a clientes que van desde templos a decoradores de interiores.

"Los chismes se extienden como reguero de pólvora, pero si algo sale mal, todo el mundo intenta ayudarse entre sí", agregó, mientras cosía una tela azul a una colchoneta.

Si bien la población de Tokio continúa creciendo, los cambios sociales, como los bajos índices de natalidad y una oleada de proyectos de muchas plantas en el centro de Tokio, ahora están amenazando la supervivencia de antiguos barrios como Higashi Azabu.

"Algunos de los nuevos proyectos tienen mucho estilo", dice Tomoyoshi Nomura, un científico que también vive en Higashi Azabu.

"Pero cuando llega el momento, la gente no siempre puede vivir en los nuevos edificios, sino que son expulsados de allí", agregó.

El área en el 2004 perdió su batalla por conservar una escuela primaria donde sólo quedaban 37 alumnos, mientras que un edificio de departamentos de 27 pisos, el primero en su clase para la zona, está en obras, a pesar de las protestas.

Nomura y muchos de sus vecinos están preocupados porque el debilitamiento de los lazos comunitarios pueda conducir al aislamiento.

Ellos organizan eventos regulares como festivales e incluso un desfile de Halloween al estilo norteamericano para animar el barrio, pero el fabricante de tatamis Shirai no es optimista acerca del futuro.

"Es muy probable que desaparezca", dijo Shirai del espíritu comunitario de la zona. El no espera que ninguno de sus dos hijos se haga cargo de su taller.

"Hay menos personas para que se hagan cargo de los negocios locales. Sería bueno que la gente que vive en los edificios de departamentos se integre a nuestros eventos, pero esa clase de personas no viene mucho por aquí", agregó Shirai.


Un refugio moderno
Al otro lado de la ciudad, al oeste, una comunidad muy diferente también está luchando por preservar su identidad.

Shimokitazawa, una zona bohemia reconocida por sus angostas y sinuosas calles repletas de pequeños negocios independientes, cafés, teatros y recintos de música en vivo está enfrentándose a un plan de gobierno por abrir un camino de 26 metros de ancho por su centro.

Un grupo de propietarios de negocios ha llevado el caso a la corte con el objetivo de bloquear la construcción del camino, el cual ellos dicen que significará el fin de una era para uno de los lugares más briosos de la ciudad.

"Mucha gente no está al tanto de lo que ocurrirá si el camino sigue adelante. Es un fracaso de la imaginación", dice Nobuaki Ishimoto, el abogado del grupo.

Un ancho camino no sólo traerá autos al centro de lo que es un refugio para peatones, sino que también les permitirá a los constructores levantar torres de hasta 60 metros de alto, algo que los activistas dicen que destruirá el carácter único del barrio.

"Los alquileres serán tan altos que sólo las grandes cadenas de tiendas podrán costearlos", dijo el arquitecto Kenzo Kaneko, quien ha vivido en Shimokitazawa casi los 42 años de su vida.

El nuevo camino es una pequeña parte de una red urbana mantenida en suspenso, ya que fue inicialmente planeado en 1946 después de que Tokio fue en gran medida arrasada durante la Segunda Guerra Mundial.

Los funcionarios del gobierno local dicen que es necesario permitir que vehículos de emergencia accedan al área y hagan de Shimokitazawa un centro de transporte más conveniente.

"Si construyes un camino, compras terreno y eso significa que algunos comercios desaparecerán. Es cierto", dice un funcionario del departamento de transporte de la subdivisión de Setagaya, la cual gobierna la zona.

"Pero no creemos que un camino vaya a destruir la atmósfera de toda la zona", agregó.

Los expertos dicen que este es sólo otro paso en la gradual pérdida de identidad de Tokio y que la construcción del camino llevará a una menor vegetación, más contaminación por ruidos y temperaturas más altas.

"Se están perdiendo estos lugares distintivos. Lo que se construye es más y más de lo mismo: los edificios de departamentos, las tiendas de 24 horas", dijo Roman Cybriwsky, profesor de estudios urbanos de la universidad Temple en Japón. (Reuters)
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La oposición de los vecinos no alcanza a detener las grúas de los constructores.


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