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domingo,
24 de
diciembre de
2006 |
Los reclamos de las últimas semanas desnudaron los contrastes de la ciudad
"Los piquetes impiden que se duerman cosas como la pobreza"
Oscar Lupori analizó el fenómeno social que se presenta como "un verdadero desafío para los rosarinos"
Eugenia Langone / La Capital
"Los piquetes impiden que se duerman ciertas cosas, como la pobreza que es real, estructural e histórica". De esa manera, el docente de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y coordinador del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, Oscar Lupori, analizó este tipo de protesta que se repitió casi incesantemente tras la tormenta de granizo del 15 de noviembre pasado y ahora con las cercanías de las fiestas de fin de año. Una metodología común en los sectores marginados y que provocó la reacción de la clase media. Una actitud que para Lupori es "de clase" porque corresponde a "un sector que no tiene capacidad de lobby y entonces, si no arma escándalo, ¿quién lo va a recibir?", analizó antes de señalar que implica para los rosarinos "el verdadero desafío de incluir este debate en la agenda sociopolítica".
-Un fenómeno meteorológico como el granizo y el fin de año dispararon el reclamo de los sectores más marginados. ¿Se desnudaron así los contrastes de la ciudad que no eran tan visibles unos meses atrás?
-La pedrea tiene dos focos para resaltar. Primero, a mucha gente la movió a tomar conciencia de que estos "fenómenos naturales" no son tan naturales, sino que tienen que ver con el tratamiento que está recibiendo el medio ambiente. Entonces por un lado debemos tener como preocupación en la agenda sociopolítica cómo vamos a atender el medio ambiente. Y el otro gran tema es el de la pobreza dentro de un proceso donde se habla de que el Estado tiene ahora más capacidad de capitalización pero donde esto todavía no se ve en la distribución de la riqueza. Entonces, el disparador es la piedra pero siempre los afectados en forma más crítica son los sectores pobres, ya sea por una inundación, la piedra u otro fenómeno. Es cierto que la tormenta afectó a una gran masa de pobladores pero una cosa es que se rompan vidrieras de los comercios, las ventanas de las oficinas y las tejas del techo, y otra diferente es que se rompa el lugar donde uno duerme. Son efectos diferentes. Y estas diferencias de alguna manera no quedaron tan claras en cuanto a la enunciación, sobre todo porque se escuchó a funcionarios de la provincia hablar de la pobreza estructural como si se tratara ya de un juego electoral, con discursos politiqueros cuando ellos tienen que ver en este problema. No es asunto, como hizo la vicegobernadora (María Eugenia Bielsa), de echarle culpas a la Municipalidad de que no tiene capacidad de gestión cuando la provincia también gestiona en esta ciudad.
-¿Por qué ante estas circunstancias el piquete aparece siempre como la forma de protesta de estos sectores?
-Porque durante los años 90 el piquete se gestó como táctica de lucha y de protesta frente a un sistema y una política neoliberal que los perjudicó con la pobreza, con el desempleo y con la pérdida de los beneficios que habían logrado. Entonces, el piquete es un sistema de lucha que hay que entenderlo así: hay gente que tiene capacidad de lobby por su poderío económico y político, entonces no es raro verla en las Cámaras de Diputados y Senadores, en la Presidencia de la Nación, en los diferentes ministerios y en la Justicia. Esa presencia aparece como un acto lógico porque van a negociar, pero los pobres no tienen capacidad de lobby y si no hacen escándalo, ¿quién los atiende? Entonces, de esta manera van a tener capacidad de presionar, lograr que los reciban y así plantear sus necesidades.
-También es una forma de protesta que siempre provoca reacciones.
-Sí, y tiene diferentes reacciones. Una es la reacción de los sectores que se ven molestados y que sienten que se les ocasiona un daño al no dejarlos transitar. Sin embargo, hay matices. Una cosa es la reacción de la clase media trabajadora que el otro día desalojó a los piqueteros de Arijón y Flamarión, porque querían trabajar, pero que al mismo tiempo entendía el reclamo. Otra cosa son quienes ven a esta gente como succionadores del Estado, que directamente los trata de vagos y aprovechadores. E incluso hay sectores que también son pobres que ven a estos sectores que protestan como beneficiarios de la ayuda del Estado y dicen "nosotros también somos pobres, pero no nos dan nada porque no armamos lío".
-¿Y cómo analiza este abanico de reacciones?
-Este cúmulo de reacciones nos pone frente a lo que yo llamaría un verdadero desafío para los rosarinos, y esto hay que trabajarlo en la agenda sociopolítica. Los piquetes impiden que se duerman ciertas cosas, como la pobreza que es real, estructural e histórica, es decir que así como se estructuró se puede desestructurar. Todo esto realmente es un desafío para la clase media, que debe darse cuenta de que ella también pudo privilegiarse y que entonces no debe tratar a los piqueteros como enemigos, sino que debe dialogar como hicieron los vecinos de la zona sur el otro día. Otro desafío es poder hacer ver a la clase media más acomodada que toda lucha implica a los demás y algo les hace a los demás. Y así como el piquete los afecta, cuando ella tiene empleados y los desemplea por una necesidad económica también provoca un perjuicio. Además, quienes están en el piquete gritan por asuntos fundamentales, porque no están peleando por un auto nuevo, sino por una casa más o menos digna, por poder comer y por festejar más o menos la Navidad.
-¿Cómo analiza esta reacción de quienes dicen que el piquete usurpa el espacio público y que muchas veces un reclamo de muy pocas personas termina cortando una calle?
-Creo que el espacio público significa el espacio donde se trabajan las cuestiones del común y entonces se le asignan tópicos o temas de desempeño. Para los que tienen auto es un espacio público la calzada y la avenida de Circunvalación. Pero ¿por qué quejarse de que un grupo pueda tomar la calle, por más reducido que sea el grupo, cuando necesita a través del impacto ser escuchado? Además, lo hacen siempre y cuando los medios de comunicación lo publiciten porque si no sale en los medios, nadie habla de eso y ellos al rato se tienen que ir. Entonces, claro que es una forma de protesta de una determinada clase porque, por ejemplo, una empresa de enegía no necesita cortar una calle para imponer un aumento de tarifa. Los dirigentes la reciben porque no hay gobierno que se banque tener al país tres días sin energía.
-¿Cree que existe una mayor violencia hacia las instituciones en este tipo de manifestaciones?
-Desde el 2001 quedó planteado un asunto que es el malestar. Ahora no es tan grave como entonces porque además hay cierto nivel de ilusión. Dentro del juego político siempre hay quienes tienen capacidad de movilización y aunque ahora quizá esa capacidad es menor, existen gestos de violencia, gestos muy desesperados que dan cuenta de cierta bronca. Sin embargo, existen gestos de violencia de otros sectores de la sociedad que no son llevados a juicio. Cuando las poblaciones son convertidas a la pobreza extrema por determinados dirigentes, hay un acto de altísima violencia que no es juzgado; los que llevaron al endeudamiento del país no fueron enjuiciados y eso no sólo es violencia, sino que además tiene efectos masivos sobre la población.
-Ante las protestas, los dirigentes reaccionan apagando sólo el incendio ¿Cree que existen políticas reales ante estas movilizaciones?
-El gran reclamo de la gente es por una política y una economía solidaria que sea capaz de generar empleo y condiciones de trabajo. Esto es lo que se está reclamando desde los barrios porque hay núcleos de gente que ya no quiere que le den cositas, sino que quiere trabajo en serio. Ha habido momentos de la Argentina donde se desarrollaron políticas en serio, pero el neoliberalismo debilitó al Estado, debilitó sus resortes estratégicos porque al privatizar todas las empresas quedaron un Estado débil y una sociedad indefensa. Entonces, antes el Estado era mediador en estas situaciones y ahora, nada. Pero hay que tener claro que la agenda sociopolítica tiene que llegar a dos puntos clave, que son la defensa del medio ambiente en que vivimos y la realización de estrategias para hacer políticas que prioricen la promoción de una economía solidaria que pueda ir desalojando la pobreza y brindando mejores niveles de vida para todos.
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El corte en Arijón y Flamarión tuvo a maltraer a los comerciantes.
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