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domingo,
24 de
diciembre de
2006 |
¿Noche
de Paz?
Quisiera compartir algunos interrogantes en relación a la carta publicada por el maestro Cristián Hernández Larguía, el pasado 18 del corriente mes. Si bien no me considero un experto en la materia —a pesar de asistir para disfrutar todos los años del concierto navideño en cuestión— no entiendo bien por qué el maestro en la misma alude a “los numerosos, pretendidos y fallidos imitadores” de “Cantemos la Navidad”: ¿Será porque a través de su iniciativa, la cual desde ya me merece el mayor de los reconocimientos, otros músicos, conjuntos o agrupaciones también han decidido participar y compartir su música con todos nosotros para esta tan significativa fecha? Y aquí entonces iría mi pregunta: ¿es esto “malo” para Rosario, o para el Maestro Larguía? ¿Acaso podríamos decir que alguien tiene más autoridad que otro para realizar estos cantos tan hermosos que, contrariamente a lo que creo haber entendido, deberían despertar en el otro la paz, el respeto, la generosidad, esperanza, el perdón y la unión entre todos nosotros? ¿Estoy tan equivocado? Si me dejo llevar por lo que la carta sugiere, pareciera que estamos en presencia de alguien que se cree dueño de la Navidad o de los derechos exclusivos del espíritu navideño. En otros países del mundo, la gente canta unida por las calles y se brindan conciertos en forma simultánea sin que nadie, se vea afectado o molesto por esto: al contrario, inspirado por un genuino espíritu Navideño, comprenden que lo verdaderamente importante, no son los músicos ni sus conductores, sino la Navidad, que es de todos y de cada uno de nosotros.
Mario Suárez
LC 9292285
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