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sábado,
16 de
diciembre de
2006 |
Fue a buscarlos. Una estudiante de 18 años asaltada en el 107 por nueve jóvenes, al final detenidos por el comando
Una chica belga se enfrentó a una patota
Le arrebataron la cartera al bajar. Tomó un taxi, ubicó el micro y subió a buscar sus cosas, que recobró la policía
Anemoon llegó desde Bélgica para pasar un año en Argentina como parte de un programa de intercambio cultural. Hace cuatro meses se radicó en Rosario y antenoche afrontó una situación singular: una patota le arrebató la cartera cuando bajaba de un ómnibus, por lo que después se subió a un taxi y siguió al colectivo en el que viajaban los ladrones. Con la ayuda del taxista hizo detener el colectivo y subió al estribo para pedirle al grupo que la había esquilmado que le devolviera sus pertenencias. En esos segundos de tensión llegó una patrulla del Comando Radioeléctrico que puso un final feliz a la historia, recuperando el bolso, el celular y el documento belga de la chica.
"No sé si fue algo inteligente, pero se dio así", resumió en un español casi perfecto Anemoon Lisa Van Hauwermeiren, de 18 años, que nació en la ciudad de Amberes, en el norte de Bélgica, cerca de Holanda. "Subí al colectivo y les dije que me devolvieran aunque sea el documento, que no me interesaban el dinero ni el celular. Pero desde el fondo me gritaban ya fue, ya fue, el tipo ya se bajó. Fue todo muy rápido. No tengo idea de cómo llegó la policía. Si la llamó el taxista o si pasaba por ahí", confesó la chica.
La joven llegó a esta parte del mundo como parte de un sistema de intercambio cultural de la organización WEP (World Education Program). Arribó a Argentina a fines de julio y primero fue recibida por una familia de Capitán Bermúdez. Al poco tiempo, y ante la necesidad de viajar todos los días hacia Rosario para concurrir a clases en el Normal 1, Anemoon solicitó mudarse con la familia de una compañera de estudio. Puede resultar más fácil llamar a la chica por su segundo nombre, pero todos en la familia que la recibió no dudan en corregir a quien pregunte por Lisa.
El jueves a la noche se encontró con unos amigos locales y europeos, también adherentes a WEP, con quienes concurrió a una fiesta de graduación en la zona de La Florida. De allí regresaba en un colectivo de la línea 103 cuando comenzó todo. "Estaba con unos chicos belgas, holandeses y también de Rosario. La idea era llegar hasta el centro y de allí algunos tomarían colectivos y otros taxis. Para evitar demoras decidí seguir de largo y llegar hasta la avenida San Martín donde sí subiría a un taxi", rememoró.
Según su historia, el 103 marchaba por San Luis y cuando traspasaba el microcentro subieron grupos de muchachos, muchos de ellos exaltados que lograron pasar sin pagar boleto. Anemoon contó que a esa altura viajaba con una chica holandesa que bajó cinco cuadras antes que ella. Luego se enteró de que también había sufrido el robo de su bolso. Cuando el ómnibus se aproximaba a Virasoro, la estudiante belga se levantó de su asiento y fue hacia la puerta trasera.
En el momento en que bajaba la escalerilla, alguien le arrebató la cartera. Lejos de asustarse, Anemoon intentó volver a subir al colectivo. Pero dos tipos se lo impidieron. "Creo que el chofer no alcanzó a ver nada porque había mucha gente. Así que me quedé en la calle hasta que apareció un taxi. Como todavía tenía algo de dinero encima, lo tomé", dijo. La chica señaló que estaba tan nerviosa que el taximetrista le preguntó qué le ocurría.
"Le dije que me habían robado la cartera en el colectivo. Entonces salimos hacia el sur y al ratito encontramos el ómnibus. El taxista paró adelante y yo me subí para pedir que me devolvieran por lo menos el documento. En ese momento llegó la policía." El arresto de los ladrones se produjo en San Martín y Benito Juárez. Cinco mayores y tres menores, que viven en Villa Gobernador Gálvez, quedaron imputados del hecho. Según la policía, en ese grupo estaban quienes tenían las pertenencias de la chica europea. Les secuestraron dos cuchillos.
Anemoon habla flamenco, idioma emparentado con el holandés, que es oficial en el norte de Bélgica. No parece asustada con su primera experiencia en materia de inseguridad en el tercer mundo. "Cuando tuve que pensar en un destino para vivir durante un año elegí Sudamérica por el idioma y la cultura. Después me enviaron a Argentina", sostuvo. Las comparaciones, que siempre son odiosas, no pueden evitarse. Pero ella las hace como para marcar que, siguiendo el refrán, en todas partes se cuecen habas. "En mi ciudad, que tiene 250 mil habitantes, hay zonas en las que es mejor ni pasar de noche. Sabés que si andás en bicicleta por allí es seguro que te van a robar", dijo.
"En Bélgica creo que pasan menos cosas que acá. Tal vez no haya homicidios en robos. Pero no te hagas ilusiones, no es todo lindo, también hay lugares inseguros". Lo dice para que nadie piense que su experiencia es, para ella, algo remoto. Por lo mismo, cuando el cronista se está retirando, se permite dar un consejo con una sonrisa. "No dramaticen".
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"No sé si fue inteligente lo que hice", dijo Anemoon.
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