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sábado,
16 de
diciembre de
2006 |
Rosario, dos ciudades (II)
Leí la carta de la señora Ana María Lanati, del martes pasado, donde dice que Rosario es una de las ciudades con mejor calidad de vida en el país. Viajo a menudo en automóvil a Rosario por trabajo, desde Rufino, donde vivo. En la entrada a la ciudad por avenida Presidente Perón (ex Godoy) siempre están los carros de cartoneros, los niños y jóvenes de la calle limpiando parabrisas, veo las villas miserias... Y no lo acepto, nunca voy aceptar que haya tanta gente, sobre todo niños, en condiciones de vida infrahumanas en mi querida Argentina. Después, ya dentro de la ciudad todo cambia, como mágicamente, personas saludables, bien vestidas, mujeres hermosas producidas como en el Primer Mundo, una ciudad urbanizada. Esto se repite en Córdoba, Buenos Aires y otras ciudades de nuestro país. Me pregunto, ¿será la política del avestruz? Hay una anécdota histórica y verdadera que refleja en mi opinión lo que dice la señora Lanati: en la antigua Constantinopla (capital del imperio romano oriental) los llamados bárbaros, invasores al fin, estaban ya tomando la ciudad por asalto, y dentro de la ciudad discutían, debatían cuál era el sexo de los ángeles. Ignoraban, desconocían, no querían ver la realidad, de ahí la expresión “discusión bizantina (o irreal)”. Pienso que para tener buena calidad de vida hay que incluir a toda la población, de lo contrario tenemos y somos un sociedad sin equidad e injusta.
Edgardo Foglia
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