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 miércoles, 13 de diciembre de 2006  
Nietos de Prats y Pinochet renuevan división

Santiago de Chile.- Uno escupió el ataúd que contenía el cadáver del ex dictador Augusto Pinochet y el otro indignó al gobierno de centro izquierda por su defensa del golpe militar que encabezó el 11 de septiembre de 1973 en Chile. En bandos opuestos, los nietos del ex jefe militar Carlos Prats, asesinado junto a su esposa en Buenos Aires en 1974, y de Pinochet, muerto el domingo, renovaron una rivalidad que no se sepultó con las cenizas del ex dictador.

Francisco Cuadrado Prats, artista visual, esperó pacientemente por horas hasta ingresar el martes al velatorio de Pinochet en el Salón de Honor de la Escuela Militar donde, según confirmó la policía, escupió el féretro y fue arrestado aunque liberado posteriormente.

“Era la última oportunidad de hacer algo (...) Fue un escupo de desprecio”, dijo Cuadrado al diario El Mercurio.

Pinochet, quien murió a los 91 años de edad por una falla cardíaca, fue investigado por la justicia por su presunta responsabilidad en el asesinato de Prats, jefe del ejército durante el gobierno del derrocado presidente Salvador Allende, y su esposa Sofía Cuthbert.

Sin embargo, el ex dictador, bajo cuyo mandato murieron unas 3.000 personas y otras 28.000 sufrieron torturas, fue sobreseído del caso el año pasado por razones de salud.

Unas horas después del escupo de Cuadrado, el capitán militar Augusto Pinochet Molina, nieto del ex gobernante, rompió el protocolo y frente al cadáver de su abuelo lanzó un incendiario discurso que causó la ira de la presidenta Michelle Bachelet, que no concurrió a la ceremonia.

“Ha sido un hombre que derrotó en plena Guerra Fría al modelo marxista, que pretendía imponer su modelo totalitario, y lo hizo no mediante el voto, sino más bien derechamente por el medio armado”, dijo el nieto de Pinochet, quien también arengó contra los jueces que intentaron juzgar al ex dictador.

El Ejército dijo que Pinochet Molina cometió una “falta gravísima a la disciplina” y anunció medidas, aunque eso no quitó indignación a Bachelet, que fue torturada poco después del golpe militar.

“Un oficial saltándose la línea de mando, sin autorización para hablar, irrumpió expresando opiniones políticas en contra de un poder del Estado y de sectores de la sociedad civil. Esto constituye una falta gravísima. Estamos seguros que el Ejército sabrá hacer lo que corresponda”, declaró Bachelet el miércoles.

Pinochet ya ha sido convertido en cenizas y la propia mandataria reconoció que su muerte representa la partida de un referente de un clima en el país de divisiones, de odios y de violencia.

“Responder de los actos de los nietos no es fácil. Yo tengo cuatro ya y son unos bandidos”, dijo durante una conferencia de prensa Carlos Larraín, presidente del conservador partido Renovación Nacional.

La polémica llegó hasta la sede del Congreso en Valparaíso, cuando el diputado derechista Iván Moreira, un férreo defensor de Pinochet, decía a periodistas que esperaba que no se castigara severamente a su nieto por el arrebato en el funeral.

“Estas defendiendo a un futuro golpista”, le increpó el diputado socialista Fidel Espinoza, cuyo padre fue fusilado durante la dictadura.
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