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 domingo, 10 de diciembre de 2006  
Crímenes horrendos en la foja del general

Como tantos hombres de armas que se enamoraron del poder absoluto, el ex dictador chileno Augusto Pinochet sucumbió a las tentaciones más veniales y cometió los crímenes más horrendos durante su gestión.

A pesar de los fueros y las argucias con que intentó eludir la justicia, los acusaciones que terminaron por arruinar sus años de ancianidad se fueron alineando en la foja de Pinochet.

Su declive comenzó con el hallazgo de fosas clandestinas, denuncias de torturas, fusilamientos y desaparición de personas. Según el informe Rettig (1991), durante la dictadura se registraron 3.197 víctimas, de las que 1.192 son detenidos desaparecidos.

Pero, por lejos, el golpe certero se lo asestó el juez español Baltasar Garzón, quien logró su detención el 17 de octubre de 1998 en Londres, donde estuvo retenido 503 días mientras se entabló sin éxito un proceso para su extradición a España, por cargos de terrorismo, genocidio y torturas.

El anciano general consiguió volver a Chile con la estrategia de declararse mental y físicamente senil, pero él mismo se encargó de burlarse de la justicia inglesa, que le concedió el regreso, cuando dejó la silla de ruedas con que lo habían bajado del avión en plena pista del aeropuerto santiaguino y siguió a pie.

Tras regresar a Chile, Pinochet fue privado de su inmunidad parlamentaria en agosto de 2000 para ser investigado en el caso “Caravana de la Muerte”.

En enero 2001, fue procesado con arresto domiciliario por el juez Juan Guzmán, en relación con las 74 ejecuciones de presos políticos por la “Caravana de la muerte”, en 1973. Pero, en julio de 2002, fue exonerado tras alegar que padecía “demencia vascular irreversible”.

En agosto de 2004, fue nuevamente desaforado por los crímenes de la “Operación Cóndor”, el sistema coordinado de las dictaduras de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay para perseguir y asesinar a opositores.

En diciembre 2004, la Corte de Apelaciones le quitó el fuero en la causa por el asesinato de Prats, pero Pinochet quedó definitivamente exonerado en ese caso en abril de 2005 por razones de salud.

Además, el ex dictador afrontó una causa por enriquecimiento ilícito tras descubrirse sus millonarias cuentas secretas en el Riggs Bank estadounidense.

En junio 2005, Pinochet fue despojado de su inmunidad por cuatro delitos: fraude al fisco, uso de pasaportes falsos, declaración jurada de bienes falsa y por eludir medidas cautelares sobre sus bienes.

En el mes siguiente, fue desaforado por quinta vez por su presunta responsabilidad en la “Operación Colombo”, que encubrió la desaparición de 119 opositores en 1975.

El 19 de octubre de 2005, la Corte Suprema ratificó su desafuero por el caso “cuentas secretas”, y el 18 de noviembre fue sometido a un histórico careo con el ex jefe de la DINA, Manuel Contreras, en relación con la “Operación Colombo”.

Tras ser declarado mentalmente apto para un juicio, el 16 de noviembre, Pinochet fue interrogado por cuarta vez sobre las cuentas y, el 23 de noviembre, procesado por corrupción y fraude tributario. Al día siguiente, fue procesado por la desaparición de seis militantes del MIR y el juez decretó su arresto domiciliario.

El 28 de diciembre 2005, Pinochet fue fichado en la causa de la Operación Colombo, pero obtuvo la libertad provisional bajo fianza de 24 millones de pesos.

Dos días después, la Corte de Apelaciones aprobó su desafuero por malversación de fondos públicos.

En enero de 2006, obtuvo la libertad provisional bajo fianza de 19.000 dólares en su procesamiento por tres crímenes de la Operación Colombo. El 11 de enero, fue nuevamente desaforado por dos homicidios cometidos por la “Caravana de la Muerte”, una causa sobreseída en 2001 por la Corte Suprema.

Los últimos días de su vida, previa a la internación en el Hospital Militar, los pasó bajo arresto domiciliario, en su casa de Santiago, otra vez por la causa de la Operación Colombo, mientras muchas otros expedientes hacían cola para involucrarlo.

Pero, en alguna medida, Pinochet consiguió su objetivo: murió sin ser condenado, pese a que sobre él pesaban cuatro procesamientos judiciales, tres por casos de derechos humanos y uno por corrupción, este último denominado “caso Riggs” y referido a millonarias cuentas secretas en bancos de Chile y el exterior. (Télam)
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